Como cada Domingo de Resurrección –a excepción de los de la pandemia-, el centro de Cañada Rosal se convierte en el punto de encuentro de pequeños y mayores para celebrar una de las fiestas que más representa los orígenes de la población, la fiesta de los huevos pintados o tintados.
Desde las 12.00 horas, la plaza de Santa Ana se convierte en el centro neurálgico de la celebración. A partir de esa horas está programada la inauguración de la fiesta y se realizará la exposición de canastos con huevos pintados por el alumnado de los diferentes centros educativos de Cañada Rosal.
Programación
A partir de las 13.00 horas comenzará el reparto de huevos cocidos para que los pinten y decoren los más pequeños por parte de la Asociación de Amigos 27 de Agosto, que junto con el Ayuntamiento de Cañada Rosal organiza esta fiesta.
Un poco más tarde, sobre las 13.30 horas, será inaugurado el Mercado Colonial Benéfico, donde se podrán adquirir desde huevos ya pintados, hasta elaboraciones gastronómicas como el potaje colono, las salchichas alemanas, las chistorras, la sangría, el gazpacho o el salmorejo, así como postres y dulces caseros.
Esta fiesta tiene en los niños su principales protagonistas, y dirigido a ellos se ha programado un talles para pintar huevos y una taller de pintacaras a partir de las 15.00 horas.
Ya por la tarde, desde 17.00 horas, se podrá a la venta sopaipillas y chocolate, además de celebrarse distintos juegos como el tiro con arco, los paseos en burro y el juego de pesca en la fuente de la plaza, en este caso organizado por el Club Deportivo de Pesca “Los Pescandangas”.
La entrega de premios a los ganadores de las distintas categorías del concurso de huevos pintados se realizará sobre las 18.00 horas, y a continuación darán comienzo las actuaciones musicales.
Tradición
La tradición de los huevos pintados en Cañada Rosal se remonta hasta los inicios de la localidad en el siglo XVIII. Según recoge la historia, los primeros colonos procedentes de Alemania, Francia, Suiza, Italia, Austria y Bélgica, llegaron en el verano de 1769, y con ellos sus costumbres, entre ellas la de tintar huevos el domingo de resurrección.
Desde sus inicios esta costumbre se desarrollaba en el entorno familiar, hay que remontarse hasta finales de los años ochenta del pasado siglo para hacerla más visible y popularizarla, algo que se consiguió gracias a la Asociación de Amigos “27 de agosto”, que decide organizar una fiesta en torno a esta tradición.
Desde entonces la Plaza de Santa Ana, en pleno centro de Cañada Rosal, acoge la Fiesta Colonial de los Huevos Pintados, uno de las fiestas más esperadas de la localidad y una de sus señas de identidad. Pero esta fiesta es algo más, es una oportunidad que tienen los carrosaleños para reencontrarse con sus raíces, la cuales se localizan en países centroeuropeos, ya que Cañada Rosal fue la última de las nuevas poblaciones que conformaban el proyecto de inmigración repoblación de Carlos III con colonos del centro de Europa.
