¿Cómo se come, cómo se bebe, cómo se digiere, cómo se entiende esta barbaridad? ¿Qué cuerpo hay que lo aguante, qué cabeza que pueda comprenderlo? ¿Quién puede quedar inmune a la rabia y a la tristeza, ante la barbarie y la sinrazón de un mamón sin alma, que no sabe, ni conoce, ni le importa el legado de todos los siglos, los esfuerzos de todos nuestros antepasados, la singularidad irrepetible de nuestra Identidad única como Pueblo y las pruebas fidedignas de todo ello?
¿Cómo se puede entender que un ser humano –desde su hipotética conciencia inteligente, desde su libre albedrío- opte por destruir, con la sinrazón del vándalo, el testigo insobornable del Pasado que vivieron nuestros predecesores y su forma única de vivirlo? ¿Cómo se puede atentar contra uno de los pocos motivos que tenemos para sentirnos orgullosos de nuestro Presente e ilusionados –como Colectividad- para trabajar, codo con codo, en la tarea de conservar algo nuestro y único (tan único, que sólo había tres mosaicos como el nuestro en todo el Mundo)? ¿Cómo se puede enajenar –a fuerza de embestidas y cornadas- esta riqueza incalculable al Futuro de nuestros hijos que, a fin de cuentas, era el legado del Espíritu de los que fueron y el resultado del esfuerzo de lo que ahora somos?… Aunque, quizá, sea eso, que el Poeta tenía razón y de cada diez españolitos, uno piensa y nueve embisten, o que ahora no somos nada o no sabemos ser o no tenemos conciencia para educar a tanto ignorante, ni prudencia para custodiar algo tan de todos y tan importante, ni ciencia para vigilar a tanto berraco suelto.
Sin embargo, quisiera mantenerme en la razón que siempre me dicta prudencia. El Estado de Derecho en el que vivimos, así nos lo exige. Por tanto, en estos momentos, deberíamos positivizarlo todo: intentar recuperar en el Altozano lo recuperable; poner remedio a la negligencia en todas nuestras excavaciones (no con cámaras chivatas, sino con chivatas de verdad y gente que sepan usarlas), convertir la tragedia de esta sinrazón en el ejemplo para nuestros hijos de lo que nunca debe consentirse; y, de paso, si pudiera ser (y esto es un deseo personal pero, que si no lo formulo, es que reviento)… con toda la delicadeza que pueda exigirnos el Estado de Derecho, afeitarle los cuernos al hijodeputa cabrón que se cargó nuestro mosaico