La empresa Aqua Campiña, que se encarga del mantenimiento del abastecimiento de agua en baja y el alcantarillado de Écija, ha vuelto a localizar una gran cantidad de toallitas acumuladas en la red de saneamiento, un problema cada vez más común y que causa importantes problemas.
En esta ocasión se ha extraído una «bola» de 50 kilos de toallitas en la Avenida de los Emigrantes. No es la primera vez que se localiza una gran acumulación de estas piezas de celusosa en esta calle. En 2021 se extrajo un metro cúbico del alcantarillado, aunque en esta ocasión venía acompañado de bastoncillos, compresas y mascarillas.
Este problema tiene su origen en la extendida práctica de utilizar la taza del váter como una papelera, llegando a arrojar a ella todo tipo de residuos, incluso restos de obra. Esto puede provocar la obstrucción del sistema de alcantarillado, con los problemas que esto puede ocasionar no solo en la red general, también en la particular y en la depuradora.
¿Biodegradables?
En 2020 tras decretarse el estado de alarma por la pandemia por el COVID-19, Greenpease publicaba un artículo firmado por Julio Barea con el título «La crisis de las toallitas húmedas«, en el que cifraba en 1.000 millones de euros anuales los costes económicos que suponen la eliminación de las toallistas del sistema de evacuación y depuración. Esta valoración se hizo hace cuatro años, desde entonces el uso doméstico ha aumentado considerablemente.
En el mismo artículo la ONG destacaba que las toallistas son un invento reciente y responden a la moda del «usar y tirar», añadiendo que «no son biodegradables, aunque se anuncien como tal, ya que están fabricadas con microplásticos y, algunas, con microfibras de celulosa» y que contienen «fibras sintéticas y sustancias que impregnan el tejido como son conservantes, surfactantes e hidratantes, empleadas para inhibir la acción de las bacterias responsables de la descomposición de estos materiales».
Precisamente estas microfibras, hacen que las toallitas, una vez en el alcantarillado, puedan quedar enganchadas en cualquier saliente, donde a su vez se irán adhiriendo otras toallitas o elementos desechados por el váter, dando comienzo de este modo a la creación de una masa que obstruye el sistema.
Un último dato, una toallita de las que ahora mismo pueden estar en su casa, tarda en degradarse en fragmentos más pequeños 100 años, sin contar que durante este tiempo se va desintegrando en micropartículas plásticas que terminan en lo cauces, ríos y mares.