El pasado 24 de septiembre de 2023 fallecía Antonio Siria González, uno de aquellos “ecijanistas” que empezaron su actividad cultural en los años 50 y 60. Entre otras cosas, Siria se ocupó de recopilar y transmitir el acervo tradicional de Écija y su comarca. Digamos que su perfil de investigador era muy cercano al de los costumbristas decimonónicos que transmitían fielmente lo popular; un modelo de erudición que no ha sido el preferido entre los divulgadores de nuestro patrimonio. Hemos conversado con Rosa Siria, una de sus hijas, tras conocerse que recibirá una Mención a título póstumo que recogerá su familia en la gala de los XXIV Premios de Patrimonio de Amigos de Écija.
Tu padre nació cerca de Écija, pero vivió en distintos lugares antes de llegar a aquí en 1955 por los destinos de tu abuelo, que fue Guardia Civil. Qué os contaba de aquellos años?
Mi padre nació en El Campillo (La Luisiana) el 8 de octubre de 1940. Siempre estuvo muy orgulloso de pertenecer a ese pueblo. Cada que vez que podía nos montaba en el coche e íbamos a dar una vuelta, a visitarlo. Le encantaba entrar en su iglesia, en el bar, nos mostraba dónde nació… También, de pequeñas, nos llevó a muchas de sus ferias. Pero su llegada a Écija la recordaba con mucho cariño. Se quedó cautivado de su patrimonio, su cultura y su antigüedad.
Precisamente desde muy temprana edad muestra inquietudes culturales. Perteneció a la Tertulia Literaria que creo el poeta Manuel Mora, hizo programas en Radio Santa Cruz y escribió para la revista Écija…
A mí padre le encantaba la radio, comunicar, transmitir… Tenía una gran voz. Y guardaba muy buenos recuerdos de esa época. Siempre que nos contaba alguna anécdota de esos años lo hacía con una sonrisa en los labios.
Curiosamente no sacó su primer libro hasta 1982. Dedicó un pequeño volumen a la historia del Casino de Artesanos, una entidad fundamental para la ciudad. Siguió siendo socio hasta el final?
Sí. De hecho recuerdo algunas tardes que iba a recogerlo y al entrar me encontraba con aquella gran sala llena de múltiples ejemplares de periódicos y varios hombres en silencio leyendo. También en verano, cuando sacaban sus sillas a la terraza. Le encantaba pertenecer al Casino Artesanos y ejerció varios años de secretario, además.
Quizá la obra más conocida de Antonio Siria sea “La Fiesta de los Toros en Écija”, un libro muy cotizado por los coleccionistas. Recuerdas cómo lo elaboró?
Fue un trabajo de mucha investigación. A él le gustaba preguntar a las personas mayores, gente que vivió aquella época o circunstancia, preguntaba y preguntaba, lo que le llevó a recopilar mucha información, tener acceso a muchos carteles antiguos y por supuesto le llevó muchas horas de estudio.
Un par de años después, en 1989, ingresó como Académico de Número de la Real Academia Vélez de Guevara de Écija…
La Academia tuvo un gesto precioso con mi padre, que siempre agradeceremos, y fue publicarle el trabajo que dejó hecho antes de caer enfermo, su último libro:» Trabajo, vida y costumbres en la campiña ecijana”. Ver su última obra publicada le hizo muy feliz. Siempre llevó por bandera pertenecer a la Real Academia Luis Vélez de Guevara, para él era un orgullo.
También pregonó la Semana Santa de 1991. Quedó contento con aquel texto?
Como manifestó en alguna ocasión, no se consideraba investigador de la historia pues decía que no había publicado nada que no se supiera. Se consideraba pregonero, ese había sido su trabajo: pregonar. Dar a conocer, mostrar el histórico devenir de Écija través de los tiempos. Por eso estaba tan orgulloso de su pregón de Semana Santa. Le gustó el resultado. Además tenía a su lado a la mejor fan, mi madre, que le apoyaba y siempre tenía grandes elogios para sus escritos.
Por otro lado, pertenecer al Cautivo también le marcó en su fervor religioso…
La Hermandad del Cautivo también fue muy importante para él, que era muy creyente. Nos hizo hermanas desde pequeñas y le gustaba ver cómo nos poníamos la túnica y hacíamos estación de penitencia. De hecho, antes de enfermar, cuando hablábamos de la muerte, nos dejó dicho que quería ser enterrado en La Luisiana y ser amortajado con la túnica con la que procesionaba en el Cautivo. Y así lo hemos cumplido.
La última vez que le vimos públicamente fue en octubre de 2014, precisamente en la presentación de “Trabajo, vida y costumbres de la Campiña Ecijana”, donde tú tomaste la palabra por él. En sus últimos años ha seguido con los trabajos de investigación o su estado no se lo permitía?
Por desgracia, al caer enfermo, mi padre no siguió escribiendo. Pero seguía muy de cerca todos los acontecimientos culturales de nuestra ciudad. No había un sólo día que no viera las noticias de nuestra televisión local, por ejemplo.
En algunos videos de las presentaciones de sus libros vemos a sus hijas repartiendo ejemplares, participando activamente en los actos. Cómo lo vivíais?
Hemos crecido entre libros, folios y carteles. Para nosotras era algo normal. Siempre nos contaba relatos y cuando terminaba algún artículo o cuento nos pedía sentarnos para escucharlos. Siempre nos hizo partícipe de esta gran afición que tenía.