-Ya huele a pestiños vecina. Pasa el tiempo que no nos enteramos. ¡Si hace dos días me estaba refrescando en el “Cai” de mi alma! Dijo en plan “faraona” mi estupenda del quinto.
-Pues es lo que tiene el misterio de la memoria humana, el tiempo vuela. Dije en medio de una parrafada que ni yo recordé a posteriori.
-Nada, pues, vayamos a por los pestiños que ya toca. Dijo sonriente.
-Pues yo como que pestiños este año, nada de nada, me conformaré con los “besitos de María Auxiliadora”, que tan ricamente elabora mí Belén de Julio (espero que se recupere lo antes posible. Muchos besos de mi vecina del quinto y míos) y con los “bizcochos de las monjas”. Sonreí en medio de un mar de dulces recuerdos.
Leí hace poco que sólo apenas 300 milisegundos le bastan al cerebro humano para generar un recuerdo, el tiempo que tardan las -neuronas de concepto- en relacionar imágenes, es decir en traer a la memoria recuerdos de manera inmediata. Y en ese momento, de concepto, me trajo a la memoria los marroquíes, pero los dulces, aquellos que se marcharon y que después resurgieron de la bendita Gloria de Santa Florentina, en medio de un clamor que se había hecho pequeño para tan gran perdida.
Y digo pérdida porque lo que se marchó, el viento se lo llevó. Y es que no nos enteramos que ni aunque hubiésemos protestado lo que tenía que pasar, pasaría y “quod scrpsi,scripsi” (lo escrito, escrito está) .Porque nadie me lo niegue esto se sabía, a otras instancias, hace tiempo ¿y qué pasó? pues en el silencio del claustro quedó.
Ahora, ¡tate!, que ya tengo otra vez bizcochos. Mis Madres Dominicas de Santa Florentina con el ánimo de que Écija no perdiera su receta de las populares componendas han empezado a fabricar el “Bizcocho de las monjas” sacado de una receta antigua que llegara a ellas por la década de los años 40 del siglo pasado (1943), de las manos de una Inmaculada a las de otra religiosa a María Santísima del Valle encomendada.
-Pero, oye, ¿son iguales? Me preguntó velozmente.
-¡Igualito les ha salido! Afirmé
Así que no nos hemos quedado los ecijanos sin nuestros bizcochos. ¿Que no se llamarán como se llamaban? Lo del nombre es lo de menos. Los “Bizcochos de las monjas” llevan los mismos ingredientes azúcar, huevos,…y por supuesto la Gracia de Dios.
-¿Vecina ya los puedo comprar? Preguntó interesada
-Para el puente de la Inmaculada. Aseveré.
De camino a Belén (que es como se llega a la Navidad) nos encontramos con el puente de la Inmaculada, con zurrón y zambomba cantaremos un año más aquello de “Navidad, Navidad dulce Navidad…Hoy me marcho con sabor muy dulce. Voy a buscar una tisana, digo, que algún efecto me hará. Y pongan azúcar a la vida que son dos días y la mitad la pasamos dormidos así que ya saben los “Bizcochos de las monjas” en el Convento de Santa Florentina, un regalo del cielo para el paladar más fino y exquisito. Y pruébenlos llevan la bendición del Santo de los Pobres, San Martín, que les sonreirá al pasar al atrio del Cenobio más dulce de Écija. Allí, en su monacal convento estarán Sor Matilde, Sor Consuelo, Sor Gloria, Sor Pilar, Sor María del Rosario, Sor Inmaculada, Jacoba…todas esperando la llamada del timbre para pronunciar la dulce melodía: “Ave María Purísima”, y esperar la respuesta: “Sin pecado concebida”.
María del Valle Pardal Castilla