Llevamos tanto tiempo asqueados y aburridos de la política, por las idas y venidas, las componendas, las declaraciones, los tufillos, las zancadillas, los postureos, los amagos, los flirteos y los oropeles de nuestros gobernantes y postulantes, que al final va a resultar que el acontecimiento político más importante de los últimos meses, va a ser la Copa del Rey de Fútbol.
Ante el enfrentamiento independentista, hay quien opina que deberían prohibirse las estrelladas en un espectáculo que es sólo deportivo. Otros opinan que no: que cada cual es muy suyo de llevar los símbolos que les de la gana; a fin de cuentas, nadie es un delincuente por expresar lo que siente o lo que piensa, sino por delinquir. Lo malo es que, según esta hipótesis, nadie debería prohibir tampoco las banderas con las cruces gamadas y, mucho menos, la rojigualda del águila imperial, el yugo y las flechas (que, a fin de cuentas, era el escudo de los Reyes Católicos).
Nuestra Constitución defiende la libertad de pensamiento, pero también la igualdad de las razas, la Democracia y la Unidad del Estado Español, por eso se prohíben los símbolos xenófobos y los antidemocráticos, de la misma manera que deberían prohibirse los independentistas.
Sin embargo, visto lo visto, lo que debemos concluir es que el problema no son los símbolos, ni las ideas de los que portan esos símbolos, sino el conflicto que pueden generar en un evento que concentra a tantas criaturas que pueden sentirse agredidas por ellos.
Por otro lado, siendo la Copa del Rey de España la que anda en juego y la que honra a quien la obtiene, resulta incongruente el empeño de toda esta gente por declararse antimonárquica y antiespañola, a la vez que se parte el pecho por conseguirla. Si son realmente deportistas, deberían de serlo con todas las consecuencias: limitarse a jugar, animar y hacernos disfrutar a todos los que nos gusta el fútbol.
En última instancia, hubo incluso a quien se le ocurrió una idea de lo más peregrina: igual que los catalanes llevarán la estrellada como símbolo identitario, que los andaluces lleváramos la blanquiverde que, aunque no es independentista, es la nuestra… Pero, ¡claro!, a ver qué valiente convence a un sevillista que plante sus cojones con la bandera del Betis.
