El mosaico, previsiblemente fechado en el siglo III, localizado en el yacimiento arqueológico de la Plaza de Armas de Écija, tendrá que ser extraído y trasladado al laboratorio debido la irregularidad de la superficie en la que se apoya, aunque garantizar su estabilidad será devuelto a su lugar original.
El nuevo mosaico hallado en «El Picadero» ocupa una superficie de 40 metros cuadrados (8 x 5 metros) y se localiza entre la domus del impluvium y la del mosaico báquico, y de él asombra la calidad técnica con la que está realizado y los detalles iconográficos de las escenas representadas.
El arqueólogo municipal, y responsable de las excavaciones, ha señalado que con el descubrimiento de este mosaico «culminamos el proceso de documentar las casas romanas que daban al lado de la calle La Merced”, a lo que añade que está seguro que se seguirán realizando hallazgos de “calidad excepcional”, teniendo en cuenta que al norte de la excavación, que limita con la iglesia de San Gil, el nivel de conservación de las estructuras es mayor como evidencia el edificio romano, hallado hace unos meses, con muros de casi 2,5 metros de altura y un “sorprendente estado de conservación”.
En relación al estado del mosaico García-Dils subraya, que “conserva más del 90 por ciento de la iconografía, así como la calidad de las representaciones, con escenas que incluyen todo lujo de detalles”. “La calidad como mosaico es realmente importante”, asegura el arqueólogo que señala el juego volumétrico de las figuras. Además, explica, que “las escenas representadas no cuentan historias sueltas sino que están relacionadas y van dando vuelta sobre el mismo tema, es decir, los amores de Zeus”.
De esta forma, las miles de teselas de mármol y pasta vítrea dan forma a distintos episodios mitológicos relacionados con los amoríos del ‘padre de los dioses y de los hombres’, según la mitología. En el centro de la pieza puede admirarse ‘el rapto de Europa’ y a su alrededor escenas de ‘Leda y el Cisne’, ‘Dánae y la Lluvia de Oro’ y ‘el Rapto de Ganímedes’. “También se combina con elementos estacionales, hay casetones representando las estaciones del año y como regalo, rompiendo la simetría, aparecen escenas báquicas, relacionadas con la vendimia”, apunta el Sergio García-Dils.
Por el contexto y los materiales, “el mosaico podría fecharse en el Siglo III y pertenecería al pavimento de un triclinio o comedor de una vivienda particular, teniendo en cuenta que ésta es la parte más alta de la ciudad, cabría esperar viviendas relevantes”, señala el arqueólogo.
Dada la irregularidad de la superficie en la que se apoya el mosaico se hace necesaria su extracción, “se restaurará en el laboratorio y mientras se le hará un refuerzo estructural para volverlo a reintegrar in situ”, ha explicado la restauradora municipal, Beatriz Taboada.
En este sentido, el delegado del Área de Desarrollo Turístico y Empresarial, Rafael Benítez, incide en la importancia del Plan Director de la zona arqueológica, ya que permitirá que los mosaicos, estructuras y otros restos encontrados en campañas anteriores puedan verse en el mismo lugar en el que fueron hallados.