Cuando hace un par de años mi amigo Juan Marín, Presidente de la Asociación Cultural Tientapanza, me pidió que escribiera una historia sobre el personaje –del que nadie sabía nada-, el mayor problema con el que me enfrenté fue tratar de endulzar al personaje (había niños a los que le daba miedo), buscándole un sentido al acto que lo hace tan singular: pasar su mano por la barriga para comprobar que los niños comieron.
Al final, lo relacioné con el hambre que tantos pasaron durante tantos años. Como un homenaje a los ancianos que, cuando fueron niños, carecieron de casi todo. De esta forma, quise llenar de sentido la historia del Tientapanza, para presentarlo como un personaje bienhechor, preocupado por el hambre y la felicidad de los hombres.
Tientapanza, como respuesta, me regaló una sorpresa: la popularidad que alcanzó el video de esta Historia, escrita en romance a modo de pregón. Pero, si he de confesar que me han sorprendido las más de treinta mil descargas del video, más lo hicieron las gratísimas sorpresas que me depararía el Tientapanza en estos dos últimos años. La última de ellas, este viernes pasado cuando recogí, en nombre de mi hermano Antonio Carlos, el Premio de la Asociación al “Ecijano en la Emigración”.
La emocionada impotencia con la que mi hermano me pidió que disculpara su ausencia –ya que había sido avisado con sólo 24 horas de antelación-, me hizo preguntarle por su estado de ánimo. Me extrañaba su desilusión porque sé que, después de tantos años como coordinador de publicaciones científicas, director de Congresos, representante Nacional de Médicos de la Administración Pública ante el Consejo Nacional de Sanidad y Presidente de la Sociedad Española de Médicos Generalistas y de Familia, Antonio Carlos ya está más que acostumbrado a premios y honores (el último, la Medalla de Colegiado de Honor con emblema de plata, lo recibió hace sólo dos semanas en la Convención de la Profesión Médica, celebrada en Madrid). Sintiendo, pues, su sensación de impotencia por no poder acercarse desde Toledo, traté de minimizar el asunto argumentándole que sólo era un premio más y, además, no institucional sino de una Asociación Cultural. “Por eso es tan importante para mí, Francisco –respondió él-: porque es el primero que me concede la gente de Écija por trabajar por ellos fuera de nuestro pueblo”.
Así que, con la emoción de su recuerdo, allí estuve y compartí la tarde con los premiados. Entre otros, con mis admiradísimos Miguel Aguilar (Premio a la Cultura), José Antonio Filter (que recibió el suyo como representante de la Comisión Nacional del CCL Aniversario de las Nuevas Poblaciones), y mis buenos amigos Ricardo Gil-Toresano (Ecijano del Año), Pablo Reyes, Rafael Cortés, Rafa “el del Écija”, Alfonso “El del Canarias”, la gente que lucha por la dignidad de los enfermos de Alzheimer, la familia Yélamo, los chavales que han sacado las mejores notas en la ESO y, por supuesto, mi amigo Jacinto, que encarnará al Tientapanza de 2018.
¡En fin!… a pesar del disgusto por las prisas (ya sabemos que esas son las cosas de mi amigo Juani), siento que todo esto lo debo considerar como una nueva y agradable sorpresa que me reservaba el Tientapanza porque, si lo pienso bien, ¿quién me iba a decir a mí que un domingo electoral como el de hoy, en vez de escribir sobre toda la metralla y la mala leche que se ha vertido durante la campaña andaluza de este año, lo iba yo a dedicar a recordar a mi hermano y a la gente buena de mi Pueblo?