España es diferente. Ahora que, tan de moda están los anglicismos y los chistes repetidos de internet, diría que lo del “typical spanish” es una realidad que me acongoja de tal forma, que acaba poniéndome los “congojos” de corbata.
Mientras cientos de políticos –cobrando una indecencia-, faltan a la ética más elemental, aprovechando sus cargos para manipular el Espíritu de la Democracia que les da sentido, proclamando soberanías excluyentes –que atentan contra la misma Constitución que les otorga su derecho a ser lo que son-, negándose a cualquier diálogo constructivo para el Bien Común -que es la única razón que los justifica- convirtiendo, así, a sus adversarios políticos en acérrimos enemigos y mareando la perdiz hasta la psicopatía. Mientras todo esto sucede, digo, el mercado de fichajes futbolístico anda cada día más disparatado, con señores que, por darle patadas a un balón durante noventa minutos a la semana, ganan en un año lo que otros no llegan a ganar en toda la vida por poner ladrillos en un andamio durante ocho o nueve horas al día (incluyendo muchos como estos que estamos padeciendo este verano de puñetera calina). Por otro lado, hay quien se moviliza para negarle el derecho a la Vida a los seres humanos que, indefensos, aún anidan en los úteros (nuestras primeras cunas) y, a la vez, jalea la muerte de un chaval empitonado -hasta el punto de amenazar con mear la corona de flores de su sepultura- y defiende con uñas, dientes y tetas al aire, el derecho a la vida del toro o, al menos, a que se le procure una muerte “digna”. Igualmente, mientras nos quejamos del presente y el futuro de los “ninis” –y, aunque haya honrosas excepciones-, la mayoría de los “ninis” se han acostumbrado a vivir del cuento, la desidia o las pensiones de sus padres y el que, milagrosamente, ha sucumbido al suplicio de abandonar el sofá y la telebasura, ha sido –simplemente- porque le ha podido más la esperanza de encontrar uno de esos pokemon de los cojones.
Decía el poeta: “Españolito que vienes/ al mundo, te salve Dios:/una de las dos españas/ ha de helarte el corazón”… y yo creo que, hoy por hoy, hay tantas españas de esas que, en vez de helarnos el corazón, a muchos se nos está coangelando hasta la puntita de la rabanilla.