A la memoria de Alberto Chamorro Belmont
Hoy he recibido, como un mazazo, la terrible noticia de la muerte de un amigo, paisano y compañero de Academia, Alberto Chamorro Belmont.
Alberto era un hombre sabio, extraordinariamente sabio; pero, sobre todo, era un hombre bueno, cercano, de sonrisa franca, mirada cálida y palabra amable… y por eso, quizá, no puedo dejar de escribir este artículo.
Mi padre se jactó muy pocas veces de algo, pero las pocas veces que lo hizo, fue de haber tenido alumnos de la talla de Alberto. El mes que viene se cumplirán veinticinco años que me lo presentó y, a partir de entonces, tuve la suerte de conocerlo y compartir con él alguna tertulia en sus frecuentes visitas a Écija. Por eso, quizá, también escribo este artículo: para que los ecijanos puedan jactarse del paisanaje de un hombre de su categoría.
Alberto estudió el Bachillerato Elemental en el antiguo Instituto Laboral –nuestro “Instituto del Puente”-, para pasar luego a Jerez, a la Universidad Hispalense y a la Complutense de Madrid, donde se licenció en Ciencias Físicas, consiguió su Doctorado y ejerció como Profesor Auxiliar de la Cátedra de Relatividad y Análisis Dimensional de su Facultad de Ciencias. Posteriormente, se trasladó a la Universidad de Calgary, en Canadá, donde fue Profesor en el Departamento de Física de su Universidad.
Durante el “rescate de cerebros” españoles, que tuvo lugar a finales del siglo pasado, Alberto regresó a España ocupando una plaza de Profesor Agregado de Física Teórica en la Universidad de Bilbao y, posteriormente, la de Catedrático; a continuación, fue nombrado Director del Departamento de Física Teórica e Historia de la Ciencia de dicha Universidad.
Su labor científica, como profesor universitario e investigador, así como su cuantiosa relación de trabajos, ponencias y comunicaciones, tanto en congresos nacionales como internacionales, lo avalaron durante años –en los círculos universitarios y académicos- como uno de los hombres de Ciencia más importantes de Éspaña, siendo aún más conocido fuera de ella, ya que la mayor parte de sus investigaciones y publicaciones las realizó fuera de nuestro país (principalmente en Inglaterra, Canadá, Méjico y Australia)
En el mes de Enero de 1991, fue nombrado por nuestra Academia Miembro Correspondiente en Bilbao. Fue en esa ocasión cuando mi padre me lo presentó, ofreciéndome con ello la oportunidad –de la que me jacto hoy- de haber compartido tantos buenos momentos a su lado.
Creo de justicia, que todos los ecijanos sepamos que tuvimos un paisano como Alberto Chamorro Belmont: un hombre sabio –en el más amplio sentido de la palabra-, un hombre bueno, cercano –extraordinariamente cercano-, de sonrisa franca, de mirada cálida y de palabra amable que, sobre todo, era una magnífica persona; y que por su trabajo, sus esfuerzos y porque siempre llevó a Écija en la memoria y el corazón, merece que todos sus paisanos lo recordemos… Quizá por eso, tampoco pude dejar de escribir este artículo.