El 14, 15 y 16 de junio han sido tres días de infarto para esos estudiantes que quieren seguir creciendo académicamente, dando un paso hacía la Universidad. En esa semana se concentra toda una vida de sacrificio y de horas de estudio.
Para las personas que no saben qué es selectividad se puede denominar como una prueba de acceso de diversos exámenes que sirven para poder entrar en la Universidad. Durante los dos últimos años se prepara al alumno con unas asignaturas y después en estos exámenes ponen a prueba sus conocimientos. Es decir, la nota que tengan en esos exámenes determina a que carrera pueden optar haciendo media con la nota de bachillerato. Es mucha la responsabilidad para estos estudiantes porque al no aprobar no pueden acceder a la Universidad.
Todavía recuerdo cuando con tan solo diecisiete años realicé esta Prueba y observaba a mis compañeros nerviosos, repasando hasta el último momento el temario, hablando de las posibles preguntas que podrían caer, los tipos de exámenes, los consejos de los profesores…
Yo la verdad que nunca he estado nervioso por un examen, siempre tenía claro que lo importante era estudiar al máximo y una vez que llegara el día no merecía la pena repasar ni hablar en el último momento porque eso realmente era una señal de inseguridad. El consejo que siempre he dado a la hora de enfrentarse a cualquier examen es entrar con confianza y pensar “si apruebo bien y si no significa que no estaba preparado”. Con este mensaje, que a mí siempre me ha servido, se desvanecen esos nervios típicos y normales para llevar a cabo un buen examen porque por mucho que rece a la Virgen del Rocío si no has puesto de tu parte y no te has volcado en la materia no vas a aprobar.
Los alumnos después de terminar un segundo de bachillerato duro con exámenes y ejercicios interminables llegan a esta prueba con las pilas en reserva, con pocas horas de sueño y con mucha bebida energética en las venas; pero esa es la vida de un estudiante que quiere cumplir su sueño, un sueño que a veces se desvanece por la dichosa nota de corte.
Esta Prueba de acceso a la Universidad es muy cuestionada pero si miramos los resultados podemos decir que el 95% de los alumnos la superan satisfactoriamente. Una vez que el alumno aprueba y le hacen la media puede elegir la carrera que le guste. Aquí viene el problema con la nota de corte. Hay muchos jóvenes que han visto frustradas sus ilusiones de estudiar medicina, fisioterapia u otra carrera por esas notas tan elevadas. Me quiero centrar en este tema porque me parece muy interesante. En 2005 empecé a estudiar Derecho en la Universidad de Sevilla y había algunos amigos que me decían: “derecho tiene que ser muy fácil porque la nota de corte es un cinco”. Vamos a ver, la nota de corte significa que hay unas plazas y se cubren por orden de puntuación, si la nota de corte está en cinco es porque la demanda es inferior a la oferta, no como puede ser medicina, por lo que no se puede valorar la dificultad en una nota de corte, como tampoco comprendo el mito de que Empresariales o Magisterio son fáciles porque para juzgar hay que probar y como no lo he estudiado no puedo valorar.
Hay jóvenes que tienen decida su profesión, su futuro pero otros no eligen hasta el último momento. Tienen dos años para decantarse por una rama, con el asesoramiento de su familia, tutores y orientadores pero la mayoría hasta el último instante no saben qué hacer y eso se refleja en la lista de elección de carrera pero el destino actúa y resalta una entre todas.
Supuestamente después de cuarenta años ésta es la última edición de selectividad y en el próximo curso se llevará a cabo la reválida, otro tipo de prueba más perjudicial para esos alumnos que quieran ser universitarios, gracias a la famosa LOMCE (Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa). “Calidad Educativa” les daba a muchos políticos pero éste no es el tema en el que me centro.
Espero que todos los estudiantes que se hayan presentado a esta Prueba tengan buena nota y puedan elegir su futuro porque lo que se hace hoy acerca al lugar en el que queremos estar mañana.
Alejandro Álvarez