El sábado presentaba en el Museo Histórico Municipal, una bella Exposición dotada de un hermoso Mensaje Humanista. Lo hacía respondiendo a la gentil invitación de José Miguel Sánchez Prieto y de Rafael Sánchez Ramos y, para no enrollarme de mala manera, me limité a realizar una lectura -rápida y resumida- del prólogo que escribí en su día para el magnífico catálogo de la Exposición que, firmado por Rafa, resulta imprescindible para comprender las múltiples teselas que conforman el TODO -el Mensaje Humanista de la Pasión- que construyen la Exposición que contemplamos.
Recordé que, cuando una tarde la Providencia invitó a casa a Josemi y a Rafa –recién brotados de la Escuela de Bellas Artes y de la Facultad de Historia del Arte, respectivamente- y, ante un café y unos dulces que no probaron, solicitaron mi colaboración para este ambicioso primer proyecto que ambos iniciaban, confieso que me sentí algo escéptico, porque llevo años presenciando inventos y artificios que pretenden la excelencia de las musas y acaban en nada o limitándose a la pura artesanía. Pero durante las siguientes semanas, me tomaron por sorpresa. Josemi -en su taller- como creador, con su visión tan particular -y, a la vez tan técnica, tan asimilada, tan aprendida- de los espacios y las formas; Rafa, como observador, con la amplia visión de su análisis conceptual, con su prodigiosa percepción de las posibilidades de cualquier imagen individual o de su conjunto.
El Alma es el único elemento del ser humano que no halla ubicación concreta en su anatomía y la Musa -lo que mueve al Artista a crear- es lo que siente el alma intensamente y que no hallamos en las imágenes reales o en las palabras exactas… Por eso es que el sentimiento se desborda: por la necesidad que siente el Hombre de salir al encuentro de esas palabras o esas imágenes que intuimos y que, muchas veces, se nos hacen imposibles. Esa es la Mística del ser humano: lo invisible que nos posee y nos desborda hasta el escalofrío, como si se tratara del hálito sobrenatural que nos habita.
Por eso, creo que el Arte tiene Alma, exige Alma y, qujizá, flaco favor hacemos intentando bucear en lo que, muchas veces, no deja de ser una oración personal o la forma particular de expresar el duende con el que late el Artista: la forma íntima con la que contempla el mundo que lo rodea. Pero está claro: una vez abierto el corazón de par en par y desbordada esa íntima pulsión, comulgamos con el Artista -nos identificamos con él- o no lo hacemos…. No hay más.
José Miguel Sánchez Prieto, así lo siente y lo expresa con unas palabras que, no sólo me parecen una declaración de intenciones, sino un punto de partida para su recién nacida -y esperemos que larguísima- carrera artística: ¨Se es pintor para pintar y dejar patente la materia que se emplea, para dejarnos enriquecer por las posibles texturas. Para una pulcritud de imagen incuestionable, ya existe la fotografía¨. Es en este preciso instante cuando aparece Rafael Fernández Ramos. Es mucho más que el que escribe su catálogo, muchísimo más que el comisario de su exposición: es el Amigo que conoce a Josemi en su latido y, cuando el Artista desborda su alma, intenta responder a sus preguntas y descifrar sus intenciones. Rafa asume un rol complejo, dificilísimo: convertirse en el álter ego de Josemi y compartir con él sus visiones, hasta el punto de la complicidad en lo creado.
Esta es una exposición hermanada con su catálogo, porque necesita una explicación, porque está pensada para convertirse en un revulsivo para los sentidos, en una puesta en escena, en una composición lírica al servicio de la sensualidad, en la que las imágenes se confunden con los aromas, los sonidos y hasta la composición mural y escenográfica que envuelve al visitante. No son, pues, solamente las imágenes que se exponen -sus diferentes técnicas, sus matices, sus detalles, sus formatos, sus variaciones,…-, sino todo un lenguaje formal y espacial, gestionado por ambos amigos, en los que se considera hasta el mínimo detalle de la secuencia, la altura o la luz de una pared, para interpretar -a través de todos los cristos ecijanos que procesionan- la Humanidad de su Pasión o, mejor, su Pasión inhumana. Por eso, a la Exposición que ellos -como realizadores- quisieron bautizar como “LA IMAGEN DE CRISTO. Procesos y modos de hacer en el estudio de la escultura sacra en Écija”, yo -abusando de privilegio por prologuista- como espectador, amigo de la sensualidad y aficionado a las palabras, encabecé mi prólogo con un epítome que casi me atropelló a la carrera tras la primera contemplación del genio: “El Cristo ecijano: luces para el Alma de un artista”.
Al final, la inauguración de la muestra ha sido todo un éxito que ha sobrepasado las mejores expectativas. Además, el puñetero Coronavirus obligó al control de aforo y eso facilitó el cálculo. Se determinó la entrada por grupo de veinte personas, que emplearían el menor tiempo posible. Mientras, los demás aguardarían su turno en la Plaza de la Constitución. El primer grupo entró a las 11’30 h y el último a las 13’05 h. ¡95 minutos ininterrumpidamente! Realmente todo un éxito.
… Cuando una tarde llegaron a casa José Miguel Sánchez Prieto y Rafael Fernández Ramos (Josemi y Rafa, recién brotados de la Escuela de Bellas Artes y de la Facultad de Historia del Arte, respectivamente) y solicitaron mi colaboración para este ambicioso primer proyecto que ambos iniciaban -y que ahora se ha convertido en una magnífica realidad-, me sentí un poco escéptico: no percibí, en aquel instante, que me encontraba ante dos extraordinarios jóvenes, preparados, plenos de ilusiones y de sabiduría, que la divina Providencia quiso invitar a casa, para reafirmar -una vez más- mi confianza en nuestra Juventud y lograr, de paso, que mi esperanza en el Arte reverdeciera. Gracias por ello, queridos Amigos… y que todo el que vaya a visitar la Exposición durante estos días -a ser posible conducidos por su catálogo-, vean lo que vi, sientan lo que sentí y lo disfruten como yo lo hice.
Muchísimas felicidades a Josemi y a Rafa y enhorabuena a la Juventud que es capaz de devolvernos la confianza en un Futuro, tan incierto sin ellos.