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jueves ,30 noviembre, 2023

Salvador Bustamante: Una moción de censura que pone a España frente al espejo

España está sufriendo. Y no lo digo por el calor, que ciertamente estará dando apuros a más de uno, pero al cual en la Ciudad del Sol ya estamos acostumbrados y que, a menos que el cambio climático nos lo agrave, sabemos llevar bastante bien.

Digo que España sufre porque sigo viendo a muchos de mis paisanos sufrir, y siento dicho sufrimiento como propio. Hay que decirlo, pues la propaganda oficial nos insiste, a través del Gobierno o de la CEOE, de sus bancos y de sus telediarios y tertulias tendenciosas, que todo va genial y que la crisis es algo ya lejano. Probablemente hablan del pequeño sector de la población al que pertenecen, el cual ciertamente está mejor que nunca y el cual apenas sufrió los efectos de la mal llamada crisis. Esa es «su España», pero la mía es la del pueblo trabajador. Y solo daré dos datos para mostrar que la situación económica y social sigue siendo mala: En 2017, por quinto año, consecutivo, nuestro país pierde población. Y no solo porque la gente joven se tiene que ir, sino porque la natalidad no repunta. ¿Qué país serio puede estar cómodo así? Y otro: Aproximadamente el 42% de la gente que trabaja gana menos de 1000 euros (unos ocho millones de españoles), y de entre ellos la mayoría no llega al salario mínimo. Si es que la reforma laboral del PP ha consistido en quitar a un trabajador estable y poner a dos o a tres ganando lo mismo juntos.

¿Hay responsables políticos de esto? Sin duda. ¿Quién aprobó esa salvaje reforma laboral, que ya había sido precedida por otra, sin ningún tipo de acuerdo social, como primerísima medida de Gobierno? ¿Con quién -y tras la reforma- alcanzamos la vergonzante cifra de 6.200.000 parado/as, un 27% de la población activa? ¿Quién regaló unos 60.000 millones a bancos como Bankia -el de Rato y Blesa- mientras recortaba en Educación, Sanidad, Pensiones y Dependencia, bajo el pretexto de que «no había alternativa»? ¿Quién ha permitido decenas de muertes de ciudadanos angustiados por los desahucios, debido a su total inacción, e incluso ha impedido que medidas a nivel autonómico combatieran esa lacra? Y podríamos seguir y seguir… Y el problema es que el PP sigue sin reconocer ni un solo error y queriéndonos convencer, con medias verdades y datos manipulados, de que todo ha funcionado. Pero lo peor es la corrupción: ¡Dejen de robar a manos llenas! ¡Dejen de violar la independencia judicial para proteger a sus corruptos! Ante todo ello, la Moción de Censura de Unidos Podemos me parece totalmente pertinente.

Y es que esta moción, lejos de lo que ha repetido el PP y su aparato de poder, ha clarificado mucho todo. Ha permitido ver que hay alternativas serias a la propuesta continuista de Rajoy, pues el candidato y los portavoces de Unidos Podemos han explicado con bastante claridad sus propuestas de Gobierno. Y, por otra parte, ha mostrado cómo Ciudadanos es ya sin ningún tipo de dudas el apéndice del PP y su corrupción, sus «nuevas generaciones», su filial, alejados por completo de lo que prometieron a sus votantes. Pero lo que más me ha llamado la atención, y creo que puede ser lo más importante de la moción, es que ha mostrado que hay posibilidades de entendimiento en la izquierda, tras muchos meses de querellas. Tiene razón el portavoz socialista cuando dice que aunque votaran a favor la moción no saldría (aunque por poco eh, y si hablamos de diputados y no de respaldo social), pero también es verdad que dicha moción ha servido, ha servido para mostrar que las izquierdas pueden trabajar juntas.

Esto supone una gran novedad respecto a hace unos meses. Por entonces, en un artículo anterior, hablaba de un intento de Restauración, en el cual la gestora susanista del PSOE jugaba un papel importante. Puede ser además -y como persona de izquierda lo deseo- la superación definitiva de la animadversión entre PSOE y Podemos. Voy a referirme -y espero que sea por última vez, pues efectivamente el debate quede superado- a lo acontecido en los primeros meses de 2016. Por entonces no se echó a Rajoy y al PP, pese a que se podía. Y creo que ambos cometieron errores. Desde Podemos -que por entonces se presentaba por separado de IU-, sus dirigentes creyeron que podían seguir creciendo rápidamente, y absorbiendo a las otras fuerzas de izquierda; solo eso

explica la famosa rueda de prensa en la que se lanzó lo de la vicepresidencia, y que supuso un gran freno a las incipientes negociaciones. Pero es que desde el PSOE también hicieron cosas mal, como es pactar con un partido como Ciudadanos (del que ya reconocen que es primo hermano del PP) y parapetarse detrás de él -teniendo otras opciones viables-, o el archiconocido proceso maquiavélico que llevó a la nefasta abstención de octubre.

¿Y qué ha cambiado en estos meses para que se den las condiciones para superar esas rencillas? Pues dos hechos tremendamente importantes. Por un lado, la consolidación del espacio de Unidos Podemos. Nunca antes en la historia de España se había configurado un espacio a la izquierda del PSOE que haya congregado a cinco millones de personas, a 71 diputados, a varias fuerzas políticas de distinta tradición, y con implantación en todo el territorio. Sin duda, la apuesta que hizo Podemos en febrero de continuar con dicho espacio conjunto, frente a las tesis que apostaban por atacar a algunos actores y por un giro hacia el centro, ha sido importante. Y en el PSOE no es menos importante la victoria de Pedro Sánchez en las primarias de mayo. Fue un auténtico terremoto para el partido, cuya poderosa vieja guarda apostó fuerte por la baronesa Díaz- y por ende para todo el panorama político, ya que se constató que la militancia del partido se reveló contra todo el aparato mediático del país, que señaló a Sánchez como el rival a batir desde el primer día. No recuerdo muchas más derrotas de dicho poder mediático en los últimos años.

Por lo tanto, la moción de censura no es un fracaso, como anuncian a bombo y platillo esos tertulianos y voceros del poder, y es además una esperanza para el pueblo trabajador, pues alumbra un camino. Ese camino que deben recorrer en los próximos meses el PSOE y Unidos Podemos, mediante la preparación de una nueva moción de censura, o mediante proposiciones de Ley que desmonten lo esencial de los retrocesos de estos años. Pero también, y esto no es menos importante, sin olvidar la movilización en la calle. Sin un pueblo movilizado, defendiendo en la calle sus derechos, lo que se haga en las instituciones -como ha sido esto de la moción- no servirá de nada.

Salvador, 14 de junio de 2017

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