Quisiera comenzar estas líneas sumándome al homenaje y recuerdo de todas las víctimas del terrorismo etarra, ahora que se cumplen 20 años del asesinato de Miguel Ángel Blanco. Recordemos también, pues igualmente es víctima del terrorismo, al héroe Ignacio Echeverría, asesinado hace un mes y medio en Londres.
Memoria. Voy a hacer un poco de memoria en este texto. Memoria democrática, la que nos debe recordar cuáles son los principios fundamentales de nuestra democracia.
Voy a hablar de los años setenta, una época de la que muchos de quienes lean esto se acordarán. Y lo voy a hacer a través del reconocimiento que hace unos días le otorgó a mi padre, Salvador Bustamante Nogueras, el pueblo de Fuente Palmera, que lo ha hecho Hijo Adoptivo por su labor como maestro en la aldea de El Villar. Durante el acto, el presentador hizo una biografía de mi padre, y me llamó la atención cómo hizo hincapié en su lucha política en los años setenta. En el vídeo, se le menciona diciendo: «La democracia no hubiera sido posible sin la lucha que muchos llevaron a cabo entonces».
Y es que debemos recuperar el relato de aquellos años. Un relato que busque la verdad histórica, para que hechos trascendentales en el proceso para la recuperación de la democracia no queden olvidados dentro de ese «pacto de silencio» sobre el que pivotó la no tan modélica transición. Ojo, no quiero con esto quitar mérito a lo que entonces se pudo conseguir, sino constatar que en el 2017, si queremos avanzar hacia una democracia madura, no podemos conformarnos con los pactos desiguales a los que hubo que llegar en otras circunstancias.
Recordemos algunas cosas de la España de los setenta: La Dictadura franquista que empezó en el 36, seguía siendo una cruel y despiadada dictadura, que perseguía con saña a todo aquel que disintiera, y que condenaba a la gran mayoría de la población a la pobreza y el semi- analfabetismo. Tan difícil era la situación que, entre 1975 y 1980, los años de la llamada transición, hubo decenas de asesinatos de luchadores por la democracia, como por ejemplo los Abogados laboralistas de Atocha, cuyos cuarenta años se han conmemorado, o los sangrientos sucesos de Vitoria el 3 de marzo de 1976. El aparato de la Dictadura siguió casi intacto. Volviendo a la biografía de mi padre, mencionaré como ejemplos las siete detenciones que sufrió entre 1976 y 1980 -ya muerto el dictador- únicamente por defender pacíficamente sus ideas. Todo el que le conozca mínimamente sabe que su conducta en la vida siempre ha sido ejemplar. Además, sufrió represalias en cuanto a sus estudios universitarios y también durante la mili.
Otra cosa que me llamó la atención durante el acto público fue lo de que hasta los 15 años no conoció la enseñanza mixta chicos-chicas, en el San Fulgencio.
La reflexión que quisiera hacer con todo esto es que en España costó mucho el que recuperásemos la Democracia. Y debemos, con la fortaleza que nos da el tener una sociedad más madura democráticamente, hacer una labor colectiva de recuperación de la memoria democrática, que no es ni más ni menos que lo que he tratado de hacer: recordar lo que ocurrió en esos años complicados, haciendo mención a aspectos que en años posteriores quedaron ocultados. Fue el peaje que hubo que pagar en su momento para obtener la democracia, frente a una dictadura que seguía aún muy viva. Ahora, cuarenta años después, es momento de recordar para avanzar.
Valga la memoria de la lucha de gente como mi padre. Y desde aquí, una nueva enhorabuena por ese Hijo Adoptivo.
Salvador, 13/7/17