Como todos los Miércoles Santos, Écija sale a calle con un único fin, ver o participar de la Estación de Penitencia de la Hermandad que más devoción despierta, la Real Archicofradía de Nazarenos de la Coronación de Espinas de Nuestro Señor Jesucristo, San Marcos, San Roque, Santísimo Cristo de la Salud y Nuestra Señora de los Dolores, conocida popularmente como la de San Gil, el barrio que la acoge.
Bastante tiempo antes de las siete de la tarde, hora establecida para realizar la salida procesional de la hermandad, en la Plaza de San Gil ya no se veía el suelo; no había un espacio libre, cientos y cientos de personas sin ninguna vinculación se daban cita en un mismo sitio y a una misma hora, solo los une que es Miércoles Santo en Écija y son las 19.00h.
Cuando apenas han pasado poco más de veinte minutos desde que la Cruz de Guía hiciera acto de presencia en la plaza, con un paso lento, muy lento, el primero de los tres pasos de la Hermandad de San Gil baja la rampa que le permite salir del templo que lo cobija durante todo el año, y del que solo sale el Miércoles Santo. Un autentico mar de personas lo esperan, es tanta la multitud que se concentra para ver salir a la hermandad, que ni tan siquiera se pueden apreciar los cantos rodados de la Plaza de San Gil “no cabe un alma”. La cuadrilla de costaleros continúa, poco a poco, siguiendo las órdenes del capataz para hacer una salida suave, y lo consiguen, es entonces cuando los aplausos rompen el semisilencio que se había establecido entre los asistentes. El primero ya está fuera, y tras él el Stmo. Cristo de la Salud y la Ntra. Sra. de los Dolores.
Cuando faltaba escasamente un minuto para las ocho de la tarde los responsables de la hermandad solicitaban la venia al Consejo de Hermandades y Cofradías de Écija, para permitir el paso por Carrera Oficial.
“Vamos a demostrar al Señor lo que lo queréis” con estas palabras, el joven capataz, Sergio Saldaña, llamaba a su cuadrilla para comenzar la chicotá que le hará entrar en la Carrera Oficial en “el Salón”, para media hora después abandonar la plaza principal de Écija.
Cuando las manecillas del reloj mostraban un ángulo recto marcando las nueve de la noche, el Stmo. Cristo de la Salud entraba en la Plaza de España, a estas horas el cielo ofrecía un color azul intenso, ese que roza la oscuridad de la noche. Cuando el Cristo de la Salud ha llegado a la carrera oficial, bajo los pies de los costaleros ya se han colocado dos alfombras paralelas de la cera que las secciones de “alumbraos” y de nazarenos han ido dejando junto con “mandas”, peticiones y agradecimientos al señor de San Gil, el cual las sigue con una elegancia extrema, para recorrer las calles de su pueblo.
Hacía Puerta Cerrada se acercan dos inmensas columnas de pequeñas luces anaranjadas, es la sección de cera de devoción, mientras tanto Ntra. Sra. de los Dolores entra en Plaza de España y se dispone a realizar la revirá que la introduce en Tribuna, y lo hace al ritmo de la banda de música que hace que los várales consigan un ritmo acompasado y de gran belleza estética. Cuando la Señora sale del “Salón”, la Cruz de Guía de “alumbraos” espera su paso en la calle Del Conde.
La Virgen de los Dolores sigue ahora el camino que antes han realizado la Coronación de Espinas y el Cristo de la Salud, y que la lleva a pasar por un rincón donde esos mismos varales que se mecían a son de la música, ahora casi rozan las paredes, balcones y ventanales de la calle Santa Florentina. La estrechez extrema de esta calle ecijana hace que el paso por ella sea de gran dificultad, por lo que es uno de esos rincones y momentos que permanecen en la retina y que año tras años volverán a su memoria, la misma que el próximo Miércoles Santo, le recordará que tienen una cita, con la Hermandad de San Gil.