-¡Qué día tan bueno! Me dirigí a mi vecina del quinto antes que ella fuera la que en su generosa palabrería me distraje del menester en el que estaba liada. La verdad que un buen jarabe de cebada, trigo, levadura, sería lo justo. Concluí.
-Y necesario, necesario. Me señaló con una decisión firme.
En cierta ocasión visité un restaurante muy famoso con estrella, ¡y todo!, en cuya tabla se escribía:” El banco de pruebas testa todas las intuiciones de… (¿?) (Voy a obviarlo, tampoco lo voy a contar todo). Solo las fórmulas más geniales y perfectas tienen un lugar en la carta. Aquí conviven en armonía las novedades y lo mejor de estas últimas décadas”. La presentación ya me gustó.
En la carta busqué primero unos aperitivos (ponía “mis aperitivos son distintos según el antojo del campo, el mar y las estaciones”), seguí ojeando por el pescado (¡me chifla!) y hallé “Salmonete con cristales de escamas comestibles, brotes de soja, sémola de trigo y sepia” (vamos pintaba genial), seguí buscando y me encontré con una exquisitez, “Pichón asado a la brasa con su jugo a las aceitunas muertas, tubérculos líquidos trufados y pepino encurtido en vinagre blanco y curry”. Dirigiéndome a los postres me topé con el “Soufflé de chocolate con crema helada de caramelo, canela y jugo de cacao (todo un placer, todo, todo). Encantada quedé, ¡faltaría más!
Pero me fui muy lejos para almorzar (escapadita, sin más) y eso que una está abonada al exclusivo Club de la Tertulia.
-¿Pero la Tertulia no se monta en la Cintería con los Castelo, los Fuentes Ávila, los Méndez Varo, los Soto…etc, etc? Preguntó mi admirada del quinto en un alarde de interesarle muy mucho el asunto.
– Si, si…pero esa es otra tertulia. Interesante muy interesante, también.
La Tertulia a la que me refiero es un centro de intercambio cultural cofrade, social, futbolístico, flamenco y cinéfilo (¡porque de cine es y para escribir unos diez guiones da el día!). Allí lo mismo se habla de toros que de política, (ayayay…), que de cómo está el tiempo.
Un lugar exquisito donde todo es buen ambiente (mientras los sirocos que traen los ejércitos de fieles o las dunas del levante más propio, no arrecian en la antesala del rejón) y cocina (¡en la que caben por lo menos diez personas!).
No he probado mejores aperitivos que sus patatas fritas (con marca de la casa, espero que queden) siempre con la sal justa; en cuanto a pescado siempre podemos encontrar los rejos fritos ¡qué ni te digo!, el guapo (bocata sorprendente por la cantidad de ingredientes que lleva y por lo ligero que es, vamos que no engorda “ná” de “ná”) y en su defecto el guapito (lo mismo de antes pero llevado a la exquisitez del minimalismo más elegante y de la culturita gastronómica),ahora dónde me dejan el “gorila” (eso se lo dejo para que vayan, pregunten y prueben); los montaditos con mucho “saque”, están “los capillitas” y su especial “cóctel de mariscos” para el más selecto evento. Y eso sí cuando hay temporada de caracoles, ¡no se los pierdan!, cogidos al estilo tradicional (vamos corriendo por el campo).
Este centro gastronómico es el templo del arte y del encuentro de gentes del más variopinto aspecto, sea cual sea su condición o estatus social. Cualquier día del año pueden encontrar en su terraza a Marichalar, a la Ridruejo al baby Nicolás (ahora fuera de combate)…
Todo es esencia pura en La Tertulia de Domingo Sánchez de Heredia (sí, sí el mismo que viste y calza el hijo del maestro-Don Domingo- y el hermano del cura-Don Manuel-). Lo mismo te sirve un tentempié, un catering, que organiza una exposición de fotografías, te cuelga en sus paredes las más bellas rosas o te escribe una proclamación digna de alabanza.
-Bueno que pasa hoy tanto hablar. ¿Me invita o no? Dijo mi vecina del quinto interrumpiendo una historia más que convincente.
-Pues claro que sí. Vamos. ¡Guapo, dos como siempre! Dije al amigo cantinero, mesero, apoderado, capataz de su trabajadera diaria, incienso de azabache y rosetón de retiro. (Ya tengo diálogo para el próximo encuentro)
-¡Guapa tú! Asintió
Hoy ya ven, hemos bajado del quinto cielo a la tierra. No me voy a ningún lugar porque estoy donde quiero. Prueben y repetirán. Lo firmo se irán con una gran sonrisa. Ya lo decía Epicteto: “Lo importante no es lo que se come, sino cómo se come.” Y sobre todo cómo se acompaña. Alguien lo dijo, ¿quién?, pues la verdad que no lo sé, pero escribió que “es totalmente cierto que el vino gana con la edad: cuanto más viejo me voy haciendo, más me gusta.”¡Pues que viva la buena compañía!
Eso sí alguien de las guías de la perfecta esencia culinaria debería de probar nuestra gastronomía, nuestros platos, nuestras tapas sean las que sean y de donde sea. Lo mismo nos dan una estrella o, por qué no, el completo firmamento. Adiós Queridos.
Besos
María del Valle Pardal- Castilla