Cuando hace ya treinta y dos años, el que fuera uno de los mejores alcaldes de Écija, Julián Álvarez Pernía, me pidió que me uniera a su equipo en el Ayuntamiento, yo me lo pensé bastante porque, siendo demócrata cristiano, siempre me había considerado un Humanista y, la verdad, no sabía bien las coordenadas por las que se movían los andalucistas que, muy recientemente, habían abandonado la “S” de Socialista, para abrir el abanico a todo andaluz que quisiera trabajar por su tierra. Julián, que adivinó mis dudas, me regaló el “Ideal Andaluz” de Blas Infante y algunos de sus textos. Me pidió que los leyera antes de tomar una decisión.
Entre todo lo leído, hubo un párrafo que acabó de convencerme. En él, Blas Infante afirmaba: “Mi nacionalismo, antes que andaluz, es humano. Creo que por el nacimiento, la naturaleza señala a los soldados de la Vida el lugar en donde han de luchar por ella. Yo quiero trabajar por la Causa del espíritu en Andalucía porque en ella nací. Si en otra parte me encontrare, me esforzaría por esta Causa con igual fervor”.
Me detuve también en la letra del Himno escrito por él, que repetía en su estribillo la llamada a un Espíritu activo (“andaluces, levantaos”), progresista (“pedid tierra y libertad”)y de proyección universalista e integradora (“sea, por Andalucía, libre, España y la Humanidad”) El orden era inequívoco: desde Andalucía hacia la Humanidad. Nada que ver con los nacionalistas del norte -por mor de sus intereses particulares-, conservadores, excluyentes, xenófobos y endogámicos.
Quizá es que nuestra tierra fue siempre rica, demasiado golosa para los tantos que nos invadieron y, a lo largo de la Historia (cuando, desde luego, aún no éramos ni Andalucía), nos ocuparon tantas veces que acabamos fundiéndonos, haciendo mestizaje con todo el que llegó hasta que, al final, nuestro Espíritu -¡tan antiguo! ¡tan entremezclado! ¡tan abierto! ¡tan sabio! ¡tan rico en esencia!- prioriza exigiendo la Justicia que merecemos y se nos debe desde hace siglos, antes que cualquier otro menester.
Pues bien, todo esto me vino a la mente y aquí lo escribo, gracias a VOX. Por la noticia que ha saltado y que a mí me ha sentado como una coz en la barriga. Todo, por el lumbrerasque ha llegado como elefante en cacharreria, rompiendo uno de los consensos básicos de la Autonomía Andaluza: precisamente el respeto que se le debe a la figura de Blas Infante, reconocida –hasta el día de hoy y desde hace ya treinta y ocho años- por todos los representantes de los andaluces y trasladado al Artículo 6.2 de nuestro Estatuto de Autonomía.
Pero es que, precisamente, después de haberlo leído tanto y haberme convencido con sus escritos, lo que más me indigna y repatea es el argumento esgrimido por VOX para romper ese consenso, porque según los parlamentarios de Abascal, la figura de Blas Infante “fomenta el enfrentamiento cainita entre españoles”. Como diría uno de mis hijos: yo alucino en colores.
Hay que leer un poco más y, más aún, sobre los asuntos de los que osamos opinar. Esta vez VOX ha metido la pata hasta el corvejón. Pero ya se sabe: los extremos se curan leyendo y viajando.