Porque he tomado distancia para poder escribir después de conocer los datos, ahora -que el tiempo ha pasado y los datos son incuestionables- puedo manifestarme con mayor rigor aunque, lógicamente, dejando un margen al posible error del que conoce el daño de los dogmas. Sin embargo, creo que, antes que nada, deberíamos tener presente dos premisas fundamentales: la primera es que nadie quiere una pandemia en su casa y, por tanto -y esta sería la segunda premisa- todos los gobernantes, por lógica, están dispuestos a combatirla con los medios a su alcance… y, de esta última afirmación, surge -en España y para los españoles- el primer conflicto con la Lógica.
Hace unos días, la vicepresidente Calvo tuvo una de esas ocurrencias de iluminada que suele soltar por las bravas y que la deja tan relajada como si se hubiera tragado un diazepam de 50. Pergeñando una explicación pseudocientífica sobre zonas de frío-calor, tiró de coordenadas y quiso convencernos de que la dinámica pandémica en China, Estados Unidos, Irán y España ha sido tan parecida, porque Pekín, Nueva York, Teherán y Madrid, están unidos por una recta (estas son las cosas que acaban “sonando” a efectos secundarios de diazepam sobredosificado) Pero la vicepresidente del gobierno no ha tenido en cuenta, al exponer su hipótesis, que existe otra recta -mucho más recta y mucho más corta- que une a Madrid con Lisboa y Atenas, y que demuestra todo lo contrario, pues la evolución de la pandemia, tanto en Grecia como en Portugal, no tiene nada que ver con la de España (además, supongo que coincidiremos en que, independientemente de las coordenadas, Ayamonte tiene mucho más que ver con Tavira o Portimao que con Shangái, Long Island o la Isla Kish) ¿Qué ha pasado entonces? Analicemos el asunto teniendo en cuenta, solamente, los datos obtenidos -hasta día 21 de mayo- por Organismos Oficiales (Ministerio de Sanidad y OMS) y obviando, por razones de objetividad, las presuntas cifras que se barajan pero que, realmente, no están contrastadas..:
A día 21 de mayo, en España -con una población cuatro veces mayor que Portugal y Grecia- se contabilizaban 232.555 contagiados, en Portugal 29.960 y en Grecia 2.850. Respecto a los fallecidos, mientras en España se contabilizaban 28.628 personas, en Portugal eran 880 y en Grecia 171.
Parecen increíbles estos datos, sobre todo teniendo en cuenta de que el español es uno de los Sistemas Sanitarios más solventes del Mundo y sus profesionales de los más considerados. ¿Dónde han radicado, entonces, las diferencias? ¿Cuál puede ser la explicación de estos resultados? Recapitulemos:
El día 31 de enero, la OMS dio la voz de alarma y pidió a todos los países que tomaran medidas. Portugal y Grecia, dos países intervenidos por Europa, con problemas económicos graves y un Sistema Sanitario deficitario en cuanto inversiones, decidieron hacer caso para evitar su posible colapso. Se tomaron medidas inmediatas y correctas. España, no. Proclamó que nuestro Sistema de Salud era de los mejores del Mundo e hizo oídos sordos a las recomendaciones de la OMS, a pesar de que los especialistas dieron un toque de atención que fue ignorado.
El día 28 de febrero, se contabilizaron los primeros 18 contagiados. Los técnicos -incluido el Dr. Fernando Simón- elevaron un escrito al Gobierno, pidiéndole medidas urgentes. El escrito fue ignorado.
Los contagios se incrementaron y, durante el viernes, 6 de marzo, se registraron 188 nuevos contagiados (el número de contagios se había multiplicado por 10 para 24h). Especialistas piden la suspensión de eventos públicos y las manifestaciones del 8-M. El gobierno insiste en la calidad de nuestro Sistema de Salud y en la levedad del COVID. Aparecen miembros del Ejecutivo animando a la participación en las manifestaciones del 8-M, con afirmaciones como: “Lo que mata es el machismo”… dos días después los contagiados fueron 773. El día 14 de marzo se dicta el estado de alarma cuando, ya los contagiados diarios rondaban los dos mil y la pandemia avanzaba imparable (2128 contagiados el día 15; el día 21, 5447 y seis días después, el 27 de marzo, 8182 contagiados en 24 horas)
Como dijimos, mientras esto ocurría en nuestro país, en Portugal y Grecia sí se movieron y, además, lo hicieron como se establece en cualquier contingencia de este tipo. Me explico: Las medidas profilácticas (preventivas) son las más eficaces e indicadas para evitar cualquier tipo de infección o epidemia. En esta pandemia, por ejemplo, portugueses y griegos lo que hicieron fue, fundamentalmente, intentar preservar el Sistema Nacional de Salud. Es decir, evitar que los Centros Sanitarios abiertos y cerrados (ambulatorios y hospitales) se vieran colapsados por la demanda ciudadana. Por ello, comenzaron a prevenir evitando el contacto social (cierre de los colegios, suspensión de actos y manifestaciones,…) y centraron su atención en los colectivos de mayor riesgo (personas de la tercera edad y sanitarios) Los ancianos fueron atendidos -en estas fases preventivas- en sus casas o en sus residencias, con lo que se evitó lo que, posteriormente, hubiera dado lugar a una demanda tal que colapsara las urgencias y hospitales, como ocurrió en nuestro país. Esto plantea una terrible cuestión: durante estos días ¿cuántos españoles han muerto víctimas de patologías graves, por la imposibilidad de ser atendidos correctamente?; pacientes con patologías agudas cardiovasculares, hemodinámicas, respiratorias, metabólicas, traumáticas, sépticas,… que no pudieron acceder a una cama o a una atención de UCI correcta.
Sin lugar a dudas, una mala gestión sanitaria puede causar más estragos que una pandemia controlada y todos los datos dejan claro -independientemente de ideologías y de dogmas- que la falta de respuesta inmediata, fue la primera causante de su terrible desarrollo posterior. El gobierno hizo caso omiso de la OMS, desoyó a los especialistas que les advirtieron, pero si pensamos -como decíamos al principio- que ningún gobernante desea una pandemia para su casa, lo que ha pasado en la nuestra sólo puede explicarse desde un análisis lógico de hechos consumados…y, de estos, tenemos manojitos para la tercera parte.