España es un país de cainitas y la memoria cainita nunca es generosa ni exacta. A fin de cuentas, va en los genes: surge de la mala leche de Caín.
Si fueron españoles los descubridores y conquistadores de América, los evangelizadores y los que construyeron las primeras treinta universidades en el Continente Americano, también fuimos los que acabamos renegando de Colón, de Hernán Cortés, de Pizarro, de Almagro, del Inca Garcilaso y, si me aprietan, incluso o Fray Bartolomé de las Casas, que se dedicó a defender los derechos de los indios en sus escritos a la Reina Católica y, gracias a los cuales, Isabel respondió con el codicilo que mandaba que, a su muerte, su marido –Fernando- y todos sus descendientes defendieran y respetaran los derechos de los indígenas, exactamente igual que los de cualquier castellano.
Los escritos de Fray Bartolomé, fueron los que sirvieron para crear la Leyenda Negra Española que, iniciada por los anglosajones, sólo necesitó la memoria cainita a la que nos referíamos, para que los propios españoles la alimentáramos y la engrandeciéramos (así de imbéciles somos)
Más, si hablamos de grandes batallas, pasa lo mismo. Los ingleses, por ejemplo, la de Trafalgar la recuerdan como un hito genial en el centro de Londres; cuando, en realidad, se trató de un enfrentamiento de dos flotas equilibradas, compuestas por menos de 40 navíos cada una, en la que el resultado final se decantó en contra de la Flota Hispanofrancesa por la soberbia de un mal militar –Villaneuve- que no quiso seguir los consejos de sus oficiales. Sin embargo, si Trafalgar es tan popular por su avenida, muchísimos españoles desconocen que la Batalla de Lepanto, frenó la entrada a Europa de todo el Imperio Turco, en un enfrentamiento que contó en el bando liderado por los españoles, con casi 250 navíos, más de 1.200 piezas de artillería y 90.000 hombres, que se enfrentaron a la Flota de Alí Bajá, que era mayor aún que la de Felipe II.
Más, si estos hechos –por lo mal que siempre nos tratamos- se han convertido en lagunas de nuestra memoria colectiva, cuando tratamos de hechos heroicos y héroes, ni les cuento. Mientras que nosotros flagelamos nuestra memoria por la derrota de la Armada Invencible (de la que tanto se cachondea la Memoria anglosajona y a la que incluso le crearon su propia Leyenda Negra); ellos le hacen a la suya un borrón descomunal y ni siquiera tratan en sus colegios, la derrota de Vernon en el ataque a Cartagena de Indias (Puerta de España a Sudamérica, defendida por Blas de Lezo), habiendo sido –sin lugar a dudas- el mayor ridículo de la Flota Inglesa en toda su Historia.
Pero es que las comparativas tienen miga: hablábamos antes de la Armada Invencible que se llevó el viento y las mareas, y que estaba formada, aproximadamente, por 127 barcos; sin embargo, la Flota con la que el Almirante Vernon puso cerco y atacó Cartagena de Indias, la formaban 186 barcos y 30.000 hombres que se enfrentaron a sólo 3.000 hombres y 6 navíos… Sin embargo, gracias al enorme ingenio y coraje de Blas de Lezo, la derrota inglesa resultó terrible y se convirtió en toda una vergüenza nacional. No era para menos: las bajas inglesas fueron de más de 15.000 hombres, entre muertos y heridos, 1.500 cañones y 50 barcos hundidos o gravemente dañados. Sin embargo, por el bando español, las bajas fueron 800 muertos, 1.200 heridos, 395 cañones, 6 barcos y 3 baterías de tierra. Los ingleses se retiraron y no volvieron a intentarlo nunca más.
Pues bien, mientras en Cartagena de Indias, hoy en día existe un monumento a Blas de Lezo y casi todos los colombianos saben quién fue y lo que hizo,… los españoles en babia.
Éste es el tipo de memoria cainita que tenemos: selectiva, ignorante y acomplejada… y yo que, desde hace algún tiempo, vengo viendo lo mal que se emplea y lo mucho que se manipula esa Memoria, propongo que cambiemos el chip e intentemos ser justos con los protagonistas de nuestra Historia (aparte, claro está que, para considerarla “memoria”, deberíamos partir de la objetividad que nos concede el paso del tiempo y las informaciones veraces que nos proporcionan las investigaciones rigurosas de los asuntos)
Es de justicia. Todo lo demás, no es Memoria Histórica, sino la mala leche del cainismo sostenido por los resabios, los complejos y la ignorancia.