Llegan las elecciones otra vez y yo, cada vez tengo más claro lo que quiero y también lo que no quiero; quizá, por eso, cada vez le doy más vueltas a mi voto.
Quiero en el Congreso, menos de la mitad de congresistas de los que hay, aunque más preparados y con menos aforamientos. Lo mismo quiero para el Senado.
Quiero que, cuando los congresistas y los senadores acaben sus mandatos, se les acabe el chollo y no perciban ni un euro más de lo que hayan trabajado.
Quiero unas elecciones donde los votos no sean proporcionales, sino que valgan lo mismo, con listas abiertas, a doble vuelta y por circunscripciones.
Quiero una España unida, que reconozca y defienda las particularidades de todas sus Autonomías; y quiero unas autonomías que reconozcan la Unidad del Estado, la voluntad mayoritaria de todos los españoles, el respeto a sus símbolos y la prevalencia del castellano como Lengua común para vehicular el entendimiento entre los hispanohablantes de tantas tierras y tantos países, unidos por una Historia común que, entre todos, hemos sabido construir desde siglos… y, como todo esto lo deseo, para avanzar en el entendimiento, la tolerancia y poder progresar en la economía y en las conquistas sociales, quiero que, por defender esta postura, no me llamen ni retrógrado, ni reaccionario, ni fascista.
Quiero políticos preparados, fiables, que inspiren confianza y equilibrio, dentro y fuera de nuestras fronteras y que, por supuesto, eviten soflamas decimonónicas y aspavientos descontrolados, porque no confío en salvapatrias ni en presuntos pacifistas que, cuando llega el momento, justifican y defienden a los tiranos, a los terroristas, a los violentos, a los alborotadores, a los que avasallan los derechos de los demás hombres.
Es necesario cambiar muchísimas cosas en España, pero no para empeorar; y, de eso, creo que se ha dado cuenta hasta el potito. Por eso, aunque haya que cambiar, me parece que sería un error votar con ira, optar por los que manipulan nuestros cabreos… y, por eso hoy, sábado día 11 de este mes de junio, cuando se nos ha muerto uno de los grandes compositores españoles del último siglo, José Luis Armentero, renuevo aquel mensaje con el que él nos pidió responsabilidad a toda una generación que nos vimos obligada a construir -desde la ira vencida y el rencor sofocado- una Nación democrática donde todos pudiéramos vivir con dignidad: “Libertad sin ira, Libertad, guárdate tu miedo y tu ira, Libertad…”
Que así sea.
