Me tienen ustedes que perdonar por el título de este artículo pero es que, realmente, se me están acabando los adjetivos para calificar las estupideces que, una y otra vez, observo en estos políticos nuestros, iletrados, irresponsables, mediocres, patéticos e inconsecuentes.
Lo último, me ha parecido de antología. El Gobierno propone como vicepresidente del Banco Europeo a Luis de Guindos, Ministro de Economía, Industria y Competitividad, pero antiguo asesor de “Lehman Brothers Holdings”, la compañía estadounidense que provocó la última gran debacle económica mundial (ya sólo por eso -y, por mucho que haya acertado últimamente-, podría ponerlo en la picota cualquiera que quisiera masacrarlo políticamente o, al menos, ponerlo en entredicho para un cargo de esa responsabilidad) Pero, a este error del PP, el PSOE responde con una supina estupidez.
Con lo fácil que lo tenían ahora para tumbar al candidato pepero, en el argumento que más incide la gente de Sánchez, es en el de su condición de varón;… y a mí me van ustedes a perdonar pero es que la cosa me repatea y, aunque sea políticamente incorrecto, por enésima vez protesto, como ciudadano y como hombre.
El artículo 14 de nuestra Constitución establece la igualdad de los españoles ante la Ley, independientemente de su sexo y, más adelante, en el apartado 7 de las Medidas Constitucionales de Protección establecidas para el derecho recogido en este Artículo, se recoge –literalmente- que la observancia de este Derecho “vincula directamente a las Administraciones Públicas (sin necesidad de mediación del legislador ordinario ni de desarrollo normativo alguno)…”
Es decir, que si a alguien se le ocurre proponer que el candidato a la Vicepresidencia del Banco Europeo, sea mujer como condición sine qua non, está yendo contra la Constitución y, lo que es peor, esta exigencia formulada por parlamentarios ante una Administración Pública, supone –per se– una aberración anticonstitucional.
Además, si analizamos el asunto, concluimos que esta propuesta sólo puede haberse formulado bajo tres supuestos: que estos congresistas se opongan por oponerse, sin pensar ni razonar sus argumentos; que no conozcan la Constitución o, por último, que conociéndola, prefieran ignorarla y saltársela a la torera, anteponiendo el sectarismo o sus intereses partidistas.
No puedo entenderlo. Con la fácil que lo tenían acudiendo a los antecedentes del candidato y echan mano de argumentos anticonstitucionales, que atentan contra todo tipo de lógica y provocan –una vez más- estos indeseables agravios comparativos que no acaban.
Pero, ¿es que esta gente no se lee la Constitución?; ¿por qué no defienden los derechos de todos los españoles por igual?; ¿por qué no comprenden que lo mejor, a la hora de elegir a alguien para un puesto de responsabilidad, es hacerlo siempre en razón a sus méritos y su capacidad, olvidándonos –de una puñetera vez- de si es hombre o es mujer?… ¿o no era eso lo que pregonaban?
A veces, el resultado de lo mediocre es de una incongruencia patética.