Hace un par de días, hablando sobre las elecciones que se avecinan, un amigo me comentó que sólo había conocido a un político honrado en nuestro Ayuntamiento. A mí me extrañó su aseveración porque, como he conocido a casi todos los que pasaron en nuestra Democracia y sé -con certeza- que, a pesar de las apariencias, hubo muchos más ediles honrados que comeollas, le pregunté por su nombre. Mi sorpresa fue mayúscula, cuando me nombró a uno de los personajes con menos vergüenza que ha pisado nuestro Ayuntamiento en las últimas décadas.
Normalmente, la Historia se escribe mal y, quizá, mucha responsabilidad de ello la tenemos los que, conociéndola, desistimos de andar contándola y guardamos un silencio respetuoso por los años transcurridos y la fama de los demás. Silencio que puede parecer timorato y que, al final, por desgracia, siempre resulta cómplice (¡cuántas veces, ante mis pretensiones, me pidió el bueno de Marcelino que no se me ocurriera editar mis memorias políticas!). Sin embargo, sí podría resultar interesante reescribir esa Historia –o informarla-, ampliándola y desenterrando lo positivo que en ella hubo.
Por ejemplo, el pasado domingo celebramos el nombramiento como Hijo Adoptivo de Écija, de nuestro arqueólogo municipal, Sergio García-Dils de la Vega. Nombramiento que considero tan justo, como para haber sido uno de sus promotores. Por eso estuve en el acto y por eso, posteriormente, asistí también al almuerzo-homenaje que se le ofreció.
Más en aquel almuerzo, se habló de la historia –breve, si se quiere- pero intensísima, de nuestro nuevo convecino; y, escuchando a unos y a otros, me di cuenta del desconocimiento general que existía sobre esa verdad de nuestra intrahistoria a la que antes me refería y que da lugar –muchas veces- a la injusticia de otorgarle el mérito a algunas personas que llegaron a la hora de las medallas, desterrando al olvido a otras que sí estuvieron en su momento y trabajaron mucho y bien, para que todo lo que nos pasa sucediera. Por ello, he querido aprovechar este espacio de Ecijaweb para, al menos, ilustrar un poco la Historia de la llegada de Sergio a Écija, que nació mucho antes de que llegara.
En 1993, siendo portavoz del Grupo Andalucista en el Ayuntamiento, un joven arqueólogo, Jesús Tinoco, me invitó a patearme con él el Término Municipal de Écija, para que pudiera apreciar la importancia que tenían los yacimientos arqueológicos rurales. A raíz de ello, hablamos con un ecijano ilustre, Genaro Chic García, Catedrático de Historia Antigua, que nos puso en contacto con el Profesor Pedro Sáez, Director del Departamento de Historia Antigua de la Facultad de Sevilla. A partir de entonces, trabamos amistad y comenzamos a mantener contactos asiduamente.
En 1994-95, en el Programa Electoral del PA, marcamos como objetivos, utilizar los antiguos Fondos PER para excavaciones arqueológicas rurales y, a la vez, crear un Museo Histórico en el Palacio de Benamejí (proyecto que me ayudaron a diseñar –como Coordinador del Programa- Vicente Durán Recio y el propio Jesús Tinoco)
Cuando ganamos las elecciones, tanto Tinoco como Pedro Sáez y Genaro Chic, nos señalaron el yacimiento de Las Delicias (en la carretera de Palma del Río), como la más propicia para iniciar este Programa. Acto seguido, hablamos con su propietario, Juan Manuel Jover, que no sólo nos brindó todas las facilidades sino que, además, nos ofreció una casilla anexa para guardar herramientas y material. Con todo esto, le pedí al nuevo Delegado de Obras Públicas, José Antonio Gómez Muñoz, que incluyera estas excavaciones como proyecto de las Obras PER (la primera vez que se hacía algo así). Él lo propuso al Equipo de Gobierno y así se aprobó.
En 1996, cuando fuimos a presentar el proyecto a Sevilla, el Director General de Bienes Culturales (por cierto, sobrino de Don Esteban Santos Peña) quedó tan complacido con la idea –pionera en Andalucía- que, no sólo quiso visitar Écija y el yacimiento in situ acompañado del nuevo Arqueólogo Provincial, Pepe Castañeira, para que éste diera su imprescindible Visto Bueno, sino que además nos concedió 3.000.000 de pesetas, como subvención para realizar una Carta de Riesgo Arqueológico (en realidad, una forma de compensar el trabajo que estaba realizando y que podía realizar el Departamento de Historia Antigua de la Universidad de Sevilla en Écija)
Fue, entonces –y contando con este dinero-, cuando Pedro Sáez me habló de que, para ir diseñando esta Carta, podíamos traer y becar a un chaval de su Departamento, arqueólogo magnífico y, además, experto en nuevas tecnologías y planimetría… y así llegó Sergio García-Dils hasta nuestra ciudad.
Este fue el principio de gran parte de lo que ahora es y, porque muchos nombres se habían quedado tan en el olvido, que en aquella cena nadie sabía de ellos, hoy me pareció de justicia sacarlos del tintero y que se conocieran.