Hoy, en vísperas de la Hispanidad, y cuando la Unidad de España está atravesando por un momento delicado debido, por un lado, a la triste manipulación que, por parte de algunos sectores, se está haciendo de la Historia común; y, por otro, a las interesadas y timoratas posturas adoptadas por parte de tanta gente obsesionada con no parecer demasiado españolista, por lo que de facistoide pueda parecer en el escaparate de los votos tontos, desde mi nacionalismo andaluz -solidario con España y la Humanidad-, me siento obligado a rememorar letras que ya escribí otras veces.
Es triste el sentimiento excluyente. Lo estamos experimentando con los catalanes, igual que ellos afirman haberlo experimentarlo desde los demás españoles (¿cuándo nos daremos cuenta, de una puñetera vez, que es una estupidez y una injusticia, pitar a un jugador cuando está jugando al fútbol fenomenalmente, por expresarse libremente en un País libre?). Pues este mismo error, lo hemos estado cometiendo durante años –y, también con reciprocidad- respecto a la Identidad Hispana de los países Suramericanos.
La animosidad que, contra España, surgió desde hace siglos en algunos países de Suramérica, se mantuvo con los años y se sigue sintiendo hoy en día en muchos sitios. Esa animosidad, paradójicamente fue generada y alimentada por criollos descendientes de españoles y por los propios españoles que, como siempre, nos maltratamos de forma inconcebible e inevitable. Sin embargo, personalmente considero absurdo renunciar a lo que nos une, negar nuestras coincidencias y emborronar la visión clara de una Cultura común integradora.
Es bueno que los Pueblos trabajen por conservar sus riquezas étnicas y socioculturales (como nacionalista andaluz, soy el primero en defender esta lucha); pero no podemos dejar de aprender de los errores de la Historia porque, de otra forma, estaremos condenados a repetirlos. Es absurdo vivir -por un rencor estúpido de siglos diferidos- en la discordia constante y excluyente… y me reitero en esta certeza, cuando reflexiono sobre las condiciones de este Mundo cada vez más globalizado y más necesitado de esa globalización.
La Historia no tiene marcha atrás. El Pasado marca la vida de los Pueblos: nos define. Con los errores y los aciertos, nos regala mucho Patrimonio que compartir; y el pasado catalán en España o el pasado español en América, nos legó a todos un montón de cosas buenas.
En Suramérica, desde escritores defensores de la cultura prehispánica a través del castellano, como José María Arguedas (gracias al cual rescatamos las letras de las hayllis y harauis quechuas) o Mariano Melgar -con sus canciones yaravíes-; a personajes tan dispares y admirables, como El Libertador, Miguel Ángel Asturias, García Márquez, Pablo Neruda, Frida Karo, Mario Moreno, Atahualpa Yupanqui, Cafrune, Carlos Gardel o Celia Cruz; en Cataluña, exactamente igual: desde el genial Salvador Dalí, al -nunca suficientemente reconocido- Doctor Trueta; desde el gran pintor y dramaturgo en lengua catalana, Santiago Rusiñol, a magníficos arquitectos como Gaudí o Domènech i Montaner. Aparte, una lista interminable de grandes personajes, que desarrollaron y desarrollan su labor en todo tipo de actividades y disciplinas científicas o artísticas, muchos de ellos verdaderamente entrañables porque, de alguna forma, han formado parte de nuestras vidas (Montserrat Caballé, José Carreras, Terenci Moix, Nuria Espert, Joan Manuel Serrat, Juan Antonio Samaranch,…)
Yo me quedo con todo esto y me niego a renunciar a cualquiera de ellos. Igual que sería inexplicable, para mí, que catalanes o suramericanos renunciaran a Séneca, Maimónides, Averroes, Lope, Goya, Quevedo, Cervantes, Picasso, Velázquez, Juan Ramón o Federico.
Por suerte o desgracia, todos somos ciudadanos de la única Humanidad que existe -tan insolidaria, como pertinaz en sus errores-; una Humanidad que se debate continuamente en la miseria a causa de sus rencores, sus agravios y sus intereses creados; y, por eso, creo bueno que celebremos este Día o cualquier otro día que nos sirva de excusa para permanecer en la esperanza de que la Comunidad que integramos, está formada por individuos que tienen mucho más en común de lo que algunos pretenden.
Hoy es el Día de la Hispanidad, de parte de esa Humanidad, a la que llamamos España e Hispanoamérica, unida por una Cultura y un Idioma compartido y riquísimo, gracias a todas las aportaciones particulares de los muchos Pueblos que lo integran…
Yo me quedo con esta certeza, con esta riqueza y, desde Andalucía, os felicito a todos con la esperanza de poder mantener mi particular Identidad, a la vez que participo –con orgullo- en una Unidad tan necesaria, a través de este idioma nuestro, que todos entendemos.