El Hombre mide su senda
guiándose por el rito,
marcando hasta dónde llega,
amojonando su Sino
con los hechos de la Vida
que se convierten en hitos:
por eso tiene las fechas
para marcar su Camino.
Semana, meses y años,
van pasando mientras vivo…
y hoy, que llega dos mil veinte
-a pesar de que seguimos
siendo los mismos de siempre,
viviendo siempre lo mismo-,
es como empezar de nuevo<
otra etapa del Destino;
y, por eso, hoy me atrevo
a brindar por lo que brindo:
Te deseo los problemas
y las trabas suficientes
tan sólo nos damos cuenta
que era un tesoro escondido
-justo a la verita nuestra-,
Cuando ya lo hemos perdido.
Te deseo en este año
el esfuerzo, la paciencia
y vivir en la certeza
de saber que nuestro daño
no ha de dolernos tanto
junto a alguien que nos quiera:
yo te deseo a ese alguien,
ese dolor y esa fuerza.
Más, sin dejar la cordura,
debes tener bien presente
que, aunque exista una corriente,
para poder ser consciente
del valor del que se esfuerza:
que poco valor demuestra
quien siempre va en la corriente.
Te deseo ese dolor
que llega de vez en cuando
y, aún no siendo demasiado,
nos altera el corazón:
que así hallamos la razón
de esas cosas pequeñitas
que, siendo así de chiquitas,
nunca les damos valor:
y, mientras más padecemos,
más fácilmente aprendemos
a conformar la ilusión.
Con esa ilusión te pido
que valoremos al otro,
pues “el otro” es el tesoro
más real de lo vivido
y, teniéndolo tan cerca,
y te acusen de locura,
tu andadura es tu andadura
y no la de la otra gente:
ama, canta, ríe, duda,
baila, escribe, vete o vuelve,
besa, piensa, sueña y cree,
vive la paz, la ternura
o la pasión permanente…
más ponte la Vida enfrente
y no limites tu altura:
¡Yo brindo por la aventura
de vivir contracorriente!
¡¡Feliz Año dos mil veinte!!<