Han sido varios los artículos en los que he mantenido mi perplejidad por el lío tan absurdo que, con el callejero nacional, se tiene montado este invento que han denominado “Ley de la Memoria Histórica” y que, por la incoherencia con la que actúa, yo acabé llamando “Ley del Rencor Demorado”. También han sido, al menos, un par de artículos los que dediqué a exponer las atrocidades y los exterminios llevados a cabo por los Regímenes Comunistas del Mundo. Por último, también en varios artículos escribí sobre el gran respeto que me merecen todos esos personajes -tanto de izquierdas como de derechas- que, durante la Transición, decidieron aparcar sus diferencias y sus rencores, para hacer borrón y cuenta nueva, con el objetivo de intentar edificar una España para todos (Suárez, Felipe, Carrillo, Fraga, Herrero de Miñón,… o Marcelino Camacho): antiguos luchadores, que desterraron las afrentas y los recelos, para unir sus esfuerzos de lucha, a fin de construir una nueva España para nosotros, sus hijos.
Si somos consecuentes con la verdadera Memoria Histórica, Marcelino Camacho se merece una calle desde hace muchísimo tiempo, igual que Fraga o que cualquiera de los antes mencionados; pero no por sus luchas y sus enfrentamientos, sino por sus renuncias y su generosidad.
Pero si lo consideramos como quiere hacerlo esa “Ley del Rencor Demorado”, se produce una verdadera incoherencia. Sería absurdo retirar rótulos de calles y honores antiguos a filósofos monárquicos, escritores católicos o buenos alcaldes franquistas, por el único hecho de pensar distinto, escribir lo que no se comparte o servir en un tiempo inadecuado y, a la vez, concedérselo a un hombre como Marcelino Camacho por su acción política, habiendo sido un reconocido comunista y siendo el Comunismo –como está demostrado por la Historia- el Sistema político criminal más terrible que ha existido y que aún existe (sumados todos los demás, incluidos el fascismo y el nazismo).
Ojalá los que ahora nos gobiernan, nos desgobiernan o amenazan con gobernarnos, tuvieran la décima parte del sentido de Estado, que tuvieron todos estos héroes de la Transición, que le dieron todo su sentido al Perdón y a la Tolerancia, para poder construir un espacio de convivencia, un Puente entre las dos españas, que hoy -¡manda uebos!- pretenden dinamitar unos pocos mentecatos.