Si los escaparatistas de la independencia catalana, siguen demostrando su maestría en la manipulación y el oportunismo, deberíamos esperar que hayan previsto su declaración unilateral para el Día de la Hispanidad, que anda ya a un tiro de piedra. España rota el día de la Hispanidad, con lo que esto tendría de gesto en la prensa internacional y, sobre todo, en la de los países sudamericanos (y no digamos ya en Venezuela, con lo que el Régimen de Maduro le gusta a los que aquí tanto apuestan por el diálogo). Esta fecha, pues, puede ser clave para sus intereses y, por tanto, tardía para la reacción del Estado.
Tras todo lo sucedido, el Gobierno constitucional tiene suficientes razones para aplicar el máximo rigor de la Justicia contra quienes, tan irresponsablemente, han atentando contra la Unidad de España y la convivencia de los españoles.
Personalmente siempre apuesto el diálogo, pero hace tiempo que aprendí a no perder mi tiempo dialogando con sordos; y cuando alguien levanta un muro sin puertas ni ventanas ni rendija alguna, es que ni quiere salir, ni dejar entrar, ni ver, ni oír. No se puede dialogar con quien levanta este tipo de muros… y, menos aún, cuando se trata de hallar un acuerdo justo con quien ha violentado la Justicia, con quienes voluntaria y sistemáticamente se ha saltado la Constitución (la Ley de nuestras leyes)
Para mantener la deseada y necesaria Unidad del Estado, esta gente sólo ha dejado un camino libre para actuar: el de la aplicación del artículo 155, el procesamiento e inhabilitación de los delincuentes, la convocatoria de nuevas elecciones en Cataluña y la reconsideración de algunas de las atribuciones de las que ha gozado la Generalidad y que han sido empleadas para la deriva independentista (empezando por Educación e Interior)
Sea como sea –y, aunque ahora, que le ven las orejas al lobo se dejan querer-, el diálogo lo han hecho inviable… y es una pena, porque esta gente podrían haber aprendido mucho más de los políticos catalanes que, con tanto sentido de Estado, negociaron la restitución de la Generalidad tras la muerte de Franco. Sirva como ejemplo lo que, en un momento de aquellas negociaciones tan difíciles, aconsejara quien fuera primer Presidente de la Generalidad, Josep Tarradellas: “Si te levantas de la mesa de diálogo, no tires la silla, porque cuando tengas que volver no tendrás donde sentarte”.