Estamos perdiendo el norte a marchas forzadas. El norte o la Razón. La falta de letras provoca ignorancia, pero la falta de Educación nos condena –irremediablemente- a la desconsideración hacia los demás, a la falta del respeto que nos debemos.
La Ignorancia es fácilmente manipulable. Quien no sabe, no es libre, porque tiene que dejarse guiar por otros, aunque ni se de cuenta. La falta de educación propicia actuaciones contra las normas de la convivencia. Los dos problemas juntos: la falta de educación y de letras, es un cóctel explosivo, un maridaje que genera monstruos con suma facilidad. Siempre existieron, pero antes eran minoría. Las familias, las leyes y las autoridades los combatían y sus arrebatos solían quedarse en anécdotas más o menos desagradables. Hoy en día, sin embargo, las familias perdieron fuelle (los que llamábamos hogares se convirtieron en fondas) y, además, hay autoridades que amparan cafres y políticos que dictan normas que los protegen. Existen intereses egoístas, particulares y de partidos, que se anteponen a los de la convivencia ciudadana y paren cafres.
Si a todo lo dicho le sumamos que estos cafres (monstruos extremistas), sólo necesitan una mínima excusa para enfrentarse por cualquier absurdo, a las inquinas tradicionales de los ricos contra los pobres y los de las derechas contra los de las izquierdas, ahora cualquier sinrazón es válida para el agravio y la polaridad. Enfrentamientos entre las mujeres y los hombres, los de las banderitas arco iris contra los de las rojigualdas y los de éstas contra los de otros colores, los homosexuales contra los heterosexuales, los alumnos contra los profesores, los laicos contra los seglares, los descreídos contra los creyentes, los antitaurinos contra los taurinos, los taxistas contra los de las vtc, los vecinos de arriba contra los vecinos de abajo, los veganos contra todos los demás,…
Ante tanta visceralidad y tanto enfrentamiento, cada vez resulta más arriesgado intentar plantarse en la Objetividad a la hora de analizar lo que nos está sucediendo. Intentar no estar con nadie, es situarse justo en el Centro, una postura que siempre resultó la más justa –por equidistante-, pero que ahora nos condena a una lluvia de piedras desde todos los rincones. Viendo los vídeos y los mensajes que cuelgan los unos y los otros en Internet, hoy por hoy resulta casi heroico mantener la deseable neutralidad ante los extremistas, porque se puede acabar lapidado… y es que, por desgracia, como apunté en uno de mis últimos artículos, todo se está polarizando de tal forma que, cada día, surgen más y más extremistas, unos –como ya escribimos- desde la ignorancia manipulada y otros desde la falta de educación; pero todos ellos, desde unos agravios nimios, cuando no inventados, pero que no son capaces de dirimir con el diálogo y el respeto que nos debemos.
Por todo esto –y aún consciente de que puedo equivocarme- seguiré en el empeño de esgrimir las armas más efectivas que conozco para combatir la sinrazón de los cafres y el absurdo de estos enfrentamientos extremos: el análisis de la Razón y la Palabra… Aunque al final, como me temo, acabe descalabrado por quijote.