Somos unos catetos; o, al menos, suceden cosas que me están haciendo dudar seriamente sobre la tópica sabiduría del Pueblo Andaluz.
Personalmente, me parece patético que, siguiendo una moda esnob, hayamos cambiado las esperanzas de nuestro “Día de todos los Santos” por las pesadillas, la sangre y la visión de los monstruos de “Haloween”. Me parece un desatino desterrar de nuestra memoria –en favor de la cultura anglosajona de Holywood- el ejemplo sublime de la Redención in extremis del Don Juan de todos nuestros noviembres, para sustituirlo por las infinitas secuelas de esa película de la serie B que, en 1978, dirigiera John Carpenter y que inició en nuestro país la histeria de las carnicerías esquizofrénicas. Sin embargo reconozco que, para la juventud, es mucho más fácil decantarse por cualquier excusa para irse de marcha, que tragarse los rollos de las celebraciones místicas; por eso, al final, me he resignado al hecho de que, lo que siempre fue una fiesta de la Esperanza en el calendario cristiano, acabara convirtiéndose en la juerga céltica del susto, el mal gusto y el cubata (máxime, cuando padres desinformados y profesores progres, pusieron tanto empeño en la tarea)
Sin embargo, en este intento de ir descristianizando a nuestra Sociedad, se ha llegado a un punto de puro esperpento. Esta semana apareció la noticia sobre la instauración de la Primera Comunión Civil; y, como no podía ser de otra forma, la iniciativa ha partido de un Ayuntamiento andaluz, el de El Rincón de la Victoria, que está justito al lado del de El Borge, que ya implantó los Bautizos Civiles… ¡y llevan más de sesenta!
Haciendo de tripas corazón, igual que con lo de Jalogüen podríamos aceptar lo del Bautizo ya que, aunque realmente es un rito de adopción y admisión al cristianismo, como etimológicamente proviene del latín “bapto o baptizo” -que significa “lavar o sumergir”-, podríamos entender que un “Bautizo Civil” es darle un lavao al niño con jabón lagarto o dejar que un motorista de la Benemérita cogiera al infante y le diera una jogailla en la bañera… Pero, sinceramente, eso de la Primera Comunión Civil, ya es harina de otro costal.
Pensemos: si decimos Primera, es porque después vienen más; y, si es Comunión, es porque el niño recibe el Cuerpo y la Sangre de Cristo, haciéndose Uno con Él. Además, de lo que se trata es de recibir una hostia con “h”; pues, si fuera de las otras, podríamos considerar “Primera Comunión Civil”, al hecho de que el susodicho guardia, le arreara al neófito una guantá que hiciera palmas con las orejas, a la vez que se le advirtiera –a través de una fórmula previamente establecida-, que esa ostia era la primera de las que vienen con la vida. Pero digo yo que, siendo éste un caso de maltrato flagrante, antes de dársela al chiquito, yo se la daba a la madre que lo parió, por gilixoxo.
Por cierto, la primera madre que ha pedido el sacramento civil para su hija, se llama Dolores Díez y, según dice, lo que quiere, realmente, es una fiesta con payasos y sin misa, para que su hija pueda celebrar el paso de la infancia a la preadolescencia;… y se me ocurre a mí, que debería haber alguien en el Ayuntamiento de El Rincón de la Victoria, que supiera explicarle a esta mujer la enorme diferencia que hay entre una Comunión para conmemorar la primera Eucaristía de un cristiano y una Payasada para celebrar la primera menstruación de su cría.
Francisco Fernández-Pro