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    Francisco Fernández-Pro: Letras breves… Darwin y el “Brexit”

    Cuando en 1856 Darwin publicó “El origen de las especies” y propuso su Teoría de la Evolución, para sorpresa de la Historia, fue aceptada rápidamente por los ingleses más influyentes de una Sociedad Victoriana, tan conservadora de las costumbres y la moral cristiana, como era aquella de mediados del siglo XIX; pero es que Darwin, con su teoría, le ofrecía a sus paisanos el mejor argumento para justificar el expansionismo colonial. Las especies evolucionan adaptándose a su entorno y, por tanto, si hay hombres blancos que viven civilizadamente y otros muchos (negros, amarillos y cobrizos) que no han conseguido ese grado de civilización, es porque Dios ha dotado a los blancos –y, sobre todo, a los británicos- de una mayor capacidad e inteligencia y, por tanto, son los que deben asumir el papel de “padre-administrador-amo” de los demás hombres. Teoría simplísima ésta, pero que venía a otorgarle patente de corso al decimonónico Imperio Británico –ante Dios y ante las otras sociedades del Mundo- para poder invadir a su antojo y poder llevar a los puntos más alejados del Planeta la “civilización” de la Gran Bretaña.

    El mecanismo del Colonialismo es simple: mientras más se coloniza, más recursos se necesitan para mantenerse en las colonias y, lógicamente, esos recursos hay que exprimirlos de las propias colonias; por lo tanto, hay que procurar que el lugar que se colonice posea siempre suficiente riqueza como para hacerla viable. Siendo así, el resultado está cantado: el colonizador se hace más rico y poderoso, mientras el colonizado es, cada día, más explotado y más pobre. Este sistema es injusto a todas luces y, por eso, para justificarse moralmente, los ingleses echaron mano a la Teoría de la Evolución.

    Digo yo, que debe ser que siguen convencidos de su superioridad en la escala de la adaptación darwiniana y, por eso, adonde llegan quieren seguir arrasando. El pecado capital del inglés es la soberbia y, quizás, por eso pretenden que seamos los demás los que nos adaptemos a ellos: todo va bien mientras nos imponen su idioma, sus costumbres, sus gustos, su música… más, cuando no consiguen imponerse, se mantienen contracorriente: ignoran la moneda común, el Sistema Métrico Decimal, conducen por la izquierda o cierran sus fronteras a la solidaridad; la cuestión es dar por el saco.  

    Ahora no han podido colonizar Europa y el pataleo de los que no quieren renegar de su ADN colonial, ha provocado el “brexit”. La Unión Europa les ha exigido que se amolden y que sean un Estado miembro más: con los mismos derechos, pero también con idénticas obligaciones (beneficiándose de lo que hay, pero dando lo que tienen); y a un británico eso de imponerle que sea igual que los demás, le sienta como una “patá en la barriga” (que decimos por aquí)… y es que un inglés, es un inglés y, queramos o no, su estatus darwiniano no le permite ser otro tipo de mono.

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