Si lo del Máster de Cristina Cifuentes es verdad (que parece que lo es), más que probar que la Presidente de la Comunidad de Madrid es una tramposa, demostrará que es gilitonta; pues si es mala cosa hacer trampas ocupando un cargo público, para conseguir un provecho, hacerlas tan solo por el lustre es una morrocotuda estupidez. Una cosa es delinquir para tener más y otra por parecer más. Máxime, estando el patio como está.
Parece que a la Cifuentes se le olvidó que, para el Pueblo, tiene mucho mayor valor que cualquier máster, el gesto de dejar aparcado el coche oficial y circular con la “amotillo” por la calles de Madrid con tal de ser como la propia gente; y que, infinitamente más méritos que las fantasmagóricas apariciones por las aulas, tienen las que se hacen con valentía, en aquellos lugares donde se debe estar dando la cara, en los momentos en los que hay que darla… Porque es que, además, la muy torpe fue así como, en su día, supo ganarse a los madrileños y no con su máster de gomaespuma.
El currículum es cosa vana cuando se trata con el Pueblo: es mucho más efectiva la campechanería. Aunque, la verdad, es que muchos otros políticos cayeron antes en la misma trampa y, si no, que se lo pregunten por ejemplo a la socialista Elena Valenciano, que se presentaba como licenciada en Derecho y Ciencias Políticas sin haber acabado ninguna de las dos carreras; o a Joana Ortega, que llegó a ser -con Unió Democrática- vicepresidente del Gobierno Catalán y decía tener una licenciatura en Psicología, cuando le faltaban dos asignaturas para acabarla; o Estela Goikoetxea, que se declaró licenciada en Biotecnología y le faltaban dos cursos; o al mismo Patxi López, sobre el que siempre planeó la duda de si había finalizado o no la licenciatura en ingeniería que había declarado…y, sin ir más lejos, nuestra propia Presidente Susana Díaz que, durante la legislatura 2004-2008, se declaró Licenciada en Derecho, cuando todavía no había finalizado sus estudios, a pesar de haberlos iniciado ¡¡en 1992!!
En cuanto a lo de las trampas y los chanchullos, visto el panorama, mejor no hablar, porque casi todos los que se declaran tan indignados, también podrían hozar su poquito (que es lo que hacen los guarros entre gruñido y gruñido). Además, que se trata de todo tipo de casos: desde los “menores” (como este de Cifuentes), hasta los implicados en temas “mayores”, como los de Valencia, Madrid, Barcelona, Baleares y, sobre todo, Andalucía y sus EREs (que, tanto por el número y la calidad de implicados y la cuantía rapiñada, como por los procedimientos torticeros, torpes, chapuceros, frangollones, zaborreros y chambones, que se han utilizado, supera con creces todos los demás que han sido en la historia de la UE).
No es cuestión de poner ventiladores sino de airearlo todo, de ser objetivos, de no olvidarnos de nada ni de nadie y de no permitir que los unos y los otros se escuden en las miserables actuaciones de los de enfrente, porque está visto que aquí son demasiados los que acaban cagándola y, por eso, este pestazo –cada vez más irresistible- en nuestra patria… y digo “patria”, con todas las consecuencias y aunque me llamen fascista, porque tanta estulticia lo que me evoca son los versos aquellos de la Itálica famosa de nuestro insigne Rodrigo Caro:
“¡Oh patria de los dioses y los reyes!
y a tí, a quien no valieron justas leyes,
Fábrica de Minerva, sabia Atenas,
emulación ayer de las edades,
hoy cenizas, hoy vastas soledades,
que no os respetó el hado, no la muerte,
¡Ay! ni por sabia a ti, ni a ti por fuerte…”
¡Cuánta razón la del Poeta!…