Es curioso lo que se siente cuando se pretende escribir con una cierta objetividad. Se tiene la sensación de estar cercado por escopetas cargadas a punto de estallarte en las narices. Escribas lo que escribas, te perdigonean por la derecha o te acribillan por la izquierda.
Sin embargo, quien escribe estas líneas ya hizo sus pinitos en la política y salió escaldado, aparte de que militó en un partido político que ya no existe. Es decir, ya no debiera ser sospechoso de rendir pleitesía a partido alguno. Por tanto, sólo me siento comprometido con las conclusiones derivadas de mis propios análisis. Análisis completamente libres, acotados exclusivamente por la cortedad de mis entendederas y conclusiones que expongo tal cual van surgiendo, sin pensar ni en favores, ni prebendas, porque a nadie debo lo que se come o se bebe en casa y, por tanto, sólo respondo ante mi conciencia.
Aclaro por enésima vez este asunto, porque es increíble lo que se puede leer en los medios de todo tipo, con todo lo que está pasando. Son muchos los que se desprenden descaradamente e incluso con absoluta ingenuidad, de la careta que les tapaba la jeta. Sin embargo, hay que reconocer que, si queremos ser lo más objetivo posible, hoy por hoy la cosa está algo cruda.
Por un lado, no se puede estar al lado ni apoyar a personajes como Cristina Cifuentes, cuando ya todas las pruebas la delatan. Mal hace el PP en seguir defendiéndola. Lo lógico sería ponerse de parte de la razón y, con ello de la indignación que provocan abusos como este, en todos los españoles, pero muy especialmente, en los estudiantes que, con tanto esfuerzo, han trabajado y trabajan por sacar un máster, incluso hipotecándose durante años.
Mal hace también Ciudadanos en guardar silencio cómplice. Si tiene que mantener los acuerdos de gobernabilidad, debe exigir la dimisión inmediata de Cifuentes. Hay muchos peperos en Madrid, como para tener que sostener en el cargo a quien tanto defraudó la ilusión de tanta gente y que, además, no tiene la generosidad de dar un paso atrás. Hay que estar con esa gente defraudada.
Más, por otro lado, mal hace el PSOE en preocuparse tanto de airear lo que ya no necesita tanto aire, para que la cosa parezca humo, por respaldar a tantos de sus dirigentes que se sientan ante el juez, por haberse pringado hasta el tuétano en el asunto de los EREs por este Sur nuestro. Mal hace el PSOE y mal hacen los sindicatos, en seguir con esa estrategia desde hace tantos años, cuando la cosa fue tan burda, hay tantos datos y está tan clara. Mucho más lógico sería ponerse de parte de los miles de trabajadores que se quedaron sin ayudas para formación y de los otros cientos de miles que, por no tener carné, nunca pudieron acceder a un sueldo injustificado, como lo hicieron tantos que sí los tenían. Nadie puede justificar el despiste de 800 millones de euros… y ni siquiera su desconocimiento.
Mal hace PODEMOS en preocuparse continuamente de prometer lo imposible a la gente, ofreciendo dos tazas más que el contrario, sabiendo que sólo hay para una cortita. Mal hacen vociferando en las calles y abogando tanto por la libertad, la democracia y el bienestar de los Pueblos para, acto seguido, facilitarle la tribuna a terroristas, denunciar a las fuerzas de Orden Público, justificar a los antisistemas, defender las dictaduras más bananeras y mantener relaciones de cooperación con gobiernos donde impera la charía. Lo razonable sería gritar menos y trabajar más, cambiar las palabras por el trigo y, sobre todo, demostrar mucha más coherencia a la hora de actuar.
Mal hacen los independentistas con su continua debacle en el “Procés”. Mejor estarían al lado de los ciudadanos como representantes de todos los catalanes, evitando enfrentamientos y fracturas, construyendo puentes y un país donde todos los catalanes pudieran expresarse libremente, sin miedo alguno… aunque lo hicieran, con la esperanza de conseguir un día convencer a la suficiente mayoría de españoles, como para lograr la plena independencia como Estado Catalán.
Mal hacen los monárquicos no exigiéndole a la Casa Real que cambie sus actitudes de tantas veces. No somos vasallos ni debemos sentirnos como tales. La Monarquía es la única Institución del Estado que no elige el Pueblo y, sin embargo, representa a todos los españoles; por tanto, está obligada a darle al Pueblo una respuesta diaria, no sólo efectiva, sino envuelta en la mayor dignidad.
Mal hacen los republicanos (sobre todo los de los CDR) que defienden lo que no existe. Mejor harían en normalizar sus actuaciones, intentando –de paso- aprender de los varapalos históricos de las dos anteriores repúblicas que vivimos los españoles para, llegado el caso, no volver a repetir tantos disparates.
En fin, lo dicho: tantas cuestiones, tantas posibles respuestas y tanta incongruencia… Ahora, el que esté libre de culpas, que me pegue el primer tiro.