El Cristo de los Gitanos y la Virgen de los Dolores, cumpliendo el rito que supone pasear muy despacio entre saeta y saeta, han acudido a la llamada del barrio de San Agustín, donde el calor y el fervor de sus vecinos les hacen sentirse como en casa.
Más de una lágrima se resbala por una mejilla cuando se enfila la avenida de los Emigrantes en dirección a la Plaza de Colón. Atrás queda hasta el año que viene la devoción expresada en quejíos que este barrio sabe llevar de una manera muy especial.
Pero el camino sigue, y el regreso al templo se hace de otra manera después de los sentimientos que durante algo más de una hora han recogido en calles como Zamorano o Caleros.
Paso a paso el Cristo de la Sangre y la Virgen de los Dolores van completando su recorrido, pero aún quedan emociones para los que resta de noche: el paso por Mandoble o la calle Santa Cruz antes de llegar al templo, hacen de que las primeras horas del nuevo día se conviertan en una madrugá especial.
Fotogalería de Semana Santa 2017