Estaba previsto para el jueves y por una vez la empresa Dragados ha cumplido desde que se hizo cargo de la obra que supondrá la rehabilitación de las Casas Consistoriales de Écija. En la fecha prevista y desde primera hora, una enorme grúa extraía pieza a pieza la grúa de obra que la empresa instaló a comienzos de 2018 y que nunca llegó a entrar en funcionamiento, todo un ejemplo del trabajo realizado por este empresa en una obra que de haberse cumplido los plazos, estaría cercana a su final.
La retirada de este elemento que destacaba sobre la fachada entoldada del edificio del ayuntamiento significa el final de un episodio más en una obra que se inició hace más de diez años, pero también plantea nuevas preguntas ¿cuándo se retomarán las obras?, a esta pregunta nadie a dado fecha todavía. Se sabe, según ha señalado el Alcalde de Écija, David García Ostos, que la Junta de Andalucía se ha comprometido en acelerar el nuevo proceso de adjudicación, pero esto como muy poco se prolongará durante al menos un año más.
También se sabe, según la misma fuente, que hay predisposición por parte de las dos administraciones de llevar a cabo la obra, pero esto supondrá la firma de un nuevo convenio entre ambas y también se haría necesario una renegociación de los plazos con Europa ya que parte de la financiación procede de fondos europeos, el resto corresponde al Ayuntamiento de Écija, hasta un 20 por ciento. Esto también puede provocar algún retraso.
A todo esto hay que sumar que el proyecto contempla un periodo de obra de 18 meses, lo que hace pensar que en el mejor de los casos la obra podría estar finalizada en tres años.
La retira de la grúa supone un hito en la marcha de Dragados de Écija. Eran varias las personas que contemplaban el momento mientras que planteaban sus dudas sobre cuándo podrá finalizarse la obra.
Dragado se marcha pero nada le impide volver a presentarse al concurso de la nueva adjudicación según la Ley de Contratos del Sector Público, ya que la retirada de la concesión ha sido de forma amistosa, pero esto sería, como apuntaba el alcalde “una tomadura de pelo”.