Dos días y medio de lucha sin descanso. Era como un ser un vivo, como un animal salvaje fuera de control que lo destruía todo a su paso. Domesticar y derrotar a esta bestia de fuego ha sido un trabajo peligroso para el equipo de coordinación de efectivos. Entre los que podemos destacar a los técnicos forestales y de medio ambiente, a los bomberos y miembros de la Unidad Militar de Emergencias (UME) y a las personas que han querido colaborar desinteresadamente.
En esta guerra se han perdido, sin remedio, miles de hectáreas en una de las zonas de mayor valor medioambiental de toda Andalucía y de Europa. Especies autóctonas como la camarina, el enero o las sabinas, además de hectáreas y hectáreas de pinar, han sido el combustible de un incendio trágicamente perfecto.
¿Era todo una maniobra para recalificar el suelo?¿Se trataba de una estrategia para poder construir el almacén de gas de Gas Natural?
El PP aprobó la Ley 21/2015, de 20 de julio que modificaba la Ley 43/2003, de 21 de noviembre, también conocida como Ley de Montes. En su artículo 50, en relación a los terrenos forestales incendiados, especifica que queda prohibido «el cambio de uso forestal al menos durante 30 años«.
Esta normativa incluye una singularidad: “Asimismo, con carácter excepcional las comunidades autónomas podrán acordar el cambio de uso forestal cuando concurran razones imperiosas de interés público de primer orden que deberán ser apreciadas mediante ley.” Para que esto fuera posible los Gobiernos regionales deben aprobar una ley autonómica que especifique cuáles son esas razones. Andalucía no ha hecho ninguna normativa en ese sentido. En definitiva, no se pueden recalificar esos terrenos hasta treinta años después.
En cualquier caso, esto se refiere sólo al espacio colindante, ya que el área que pertenece al Parque Nacional de Doñana es intocable. Si el fuego hubiera llegado al Parque Nacional, la normativa que se aplicaría es la de Patrimonio Natural y la Ley de Parques Naturales que en su artículo 7 es aún más restrictiva: “No puede existir suelo urbanizado ni susceptible de transformación urbanística”.
Cuando uno escucha que el fuego ha calcinado 8.486 hectáreas siente impotencia y más aún cuando confirman que ha sido intencionado. Que una o varias personas sean capaces de hacer esta tragedia sin pensar en la fauna que habita, sin pensar en nuestro patrimonio, en su tierra, en sus propios hijos o en su familia. Siento lástima por esos pirómanos sueltos que tenemos en España, enfermos mentales que disfrutan con el daño ajeno, que disfrutan “asesinando” el aire que respiramos.
La suerte de este desastre ha sido que no hemos lamentado vidas humanas, pero sí la pérdida de la Reina de Doñana, Homer, lince ibérico del Centro de cría en Cautividad de El Acebuche. Con tan sólo seis años nos deja uno de los pocos ejemplares en nuestra comunidad.
No intentemos dañar nuestro medio ambiente para beneficiarnos económicamente o por puro placer. Luchemos por nuestra naturaleza, luchemos por nuestra tierra, luchemos por nuestro futuro.
Alejandro Álvarez