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    Alejandro Álvarez: Criadas y “Señoras”

    Años sesenta, Misisipi (EEUU), una criada afroamericana se funde en un abrazo con la pequeña de la casa. Segundos antes la hija de los señores, con la sinceridad e inocencia de su edad, le susurró al oído que la consideraba su verdadera madre. 

    Esta emotiva escena de la película “Criadas y Señoras”, la cual hace unas semanas tuve la oportunidad de ver, refleja el racismo tan degradante de esta sociedad americana contra la raza negra.

    Con esta imagen se demuestra que los niños no nacen racistas ni clasistas, se aprende con la socialización, no es una disposición innata, surge del comportamiento de su familia, los medios de comunicación y su entorno, así lo vemos diariamente en todos los países como por ejemplo cuando un niño dibuja a una persona y la profesora le facilita el lápiz de color “carne” con un tono de color específico. La carne tiene tantos colores como personas hay en el mundo y eso no se fomenta en nuestra sociedad.

    En esta época las criadas eran marionetas de estas mujeres blancas sin compasión que las utilizaban a su antojo. En un momento de la película una de las “señoras” aseguró que llevarían al Congreso la “Iniciativa de higiene doméstica” para regularizar que “en todo hogar blanco debería haber un retrete para las criadas negras porque sabe Dios si podrían transmitir alguna enfermedad”.

    Es vergonzosa la conducta de esa sociedad que clasificaba a las personas por su tinte de piel y ya estaban condenadas de por vida por la raza blanca a un determinado trabajo.

    El mensaje más claro de esta película, desde mi humilde opinión, es la lucha de los derechos civiles con el objetivo de terminar con la discriminación hacia las personas de raza negra y ese movimiento ocurrió entre 1955 y 1968. En esta época, en la que se basa la película, destacan dos personas que dieron sus vidas por estos derechos: Medgar Evers y Martin Luther King.

    Evers, activista y luchador por los derechos de su pueblo, murió asesinado el 12 de junio de 1963, apenas horas después del discurso televisado del Presidente estadounidense John F. Kennedy a favor de estos derechos civiles. Este asesinato impulsó la Marcha sobre Washington, movilizó a más de trescientas mil personas. Una semana después de su muerte, el 19 de junio, se presentó el proyecto de la Ley de Derechos Civiles de 1964 aunque se considera que esta lucha no finalizó hasta el asesinato de Martin Luther King en 1968, año en el que la decimocuarta enmienda de la Constitución estadounidense garantizaba los derechos civiles de los negros y su igualdad con los blancos ante la ley.

    Se dice que en Estados Unidos ha habido tres etapas del racismo: la primera, la de la esclavitud hasta la Guerra de Secesión (1861-1965), donde finalmente fue abolida; la segunda, hasta mediados de los años sesenta con la “emancipación sin libertad”; y la tercera se abre con las movilizaciones de los sesenta, que obligan a conceder la mencionada Ley de Derechos Civiles… pero el racismo no ha llegado a su fin.

    Hoy en día la sociedad refleja luces y sombras en este aspecto porque este problema nunca ha desaparecido y así lo vemos diariamente en este país donde la persecución de la raza negra es constante, donde se ataca a las personas de color por el simple hecho de ser diferentes y donde los líderes políticos, como Donald Trump, aumenta la tensión entre los grupos sociales. Este problema universal también aparece en todo el mundo, el hecho de que siga pasando nos dice que no es un problema de unas manzanas podridas, el problema puede estar en el manzano y tenemos que saber que es una de las principales amenazas para el funcionamiento democrático de la sociedad.

    Debemos mejorar nuestro mundo porque todos somos iguales aunque tengamos una pigmentación diferente y esta película nos enseña precisamente eso, que ninguno es más que nadie por su color de piel o por su dinero, que podemos aprender mucho de cualquier persona aunque pensemos que somos únicos, que la amistad va más allá de los muros de la piel.

    Aprendamos de los errores del pasado…

    ”Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando. Soñar con la libertad, soñar con la justicia, soñar con la igualdad y ojalá ya no tuviera necesidad de soñarlas” (Martin Luther King). 

    Alejandro Álvarez

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